Alegría, desenfreno, jovialidad y entretenimiento son las características de esta festividad celebrada en todo el mundo, con particularidades, pero siempre salvaguardando su esencia variopinta y pintoresca: es el carnaval.
Es una celebración que tiene sus orígenes desde hace más de 5 mil años, con los egipcios adorando al buey sagrado Apis, para darle ofrendas de cara a la cosecha de verano. Los griegos y romanos heredaron estas fiestas y la adoptaron a su idiosincrasia, pues desde sus inicios, estas fiestas fueron consideradas como paganas.
El carnaval y la Iglesia
Con la expansión del cristianismo, en la Edad Media, la fiesta tomó el nombre de carnaval, que viene de “carnem levare”, lo que significa “quitar la carne”. Esto es así porque este evento se celebraba días antes al Miércoles de Ceniza, fecha de comienzo de la Cuaresma hasta el domingo de resurrección. Un periodo de abstinencia y ayuno.
Por esta razón, los días previos, se realizaba una celebración donde todo estaba permitido, las clases sociales y económicas «desaparecían», para dar lugar a un encuentro marcado por lo carnal, y para conservar el anonimato ante tanta lujuria, la gente se cubría el rostro o iba disfrazada.
Historia entre lo puro y lo pagano
La desambiguación histórica y cultural de esta celebración, expone una eterna disputa entre lo puritano, dictado por la iglesia cristiana y católica, que convocan a sus ceremonias previas a la semana santa y la resurrección de Jesucristo. Reuniones más conservadoras, propias de las instituciones religiosas.
En la pintura de Brueghel se refleja las dos caras de esta fiesta; a un lado una iglesia y al otro una taberna, son los «símbolos» de puritanos y paganos de la manera particularmente correcta de disfrutar estos días.
Y por otro lado, las festividades paganas, esas tan «poco pudorosas» pero que tienen esencia al común de la gente, siempre han incitado a la celebración por ofrendas brindadas a distintos dioses en solicitud a «las buenas cosechas» del verano, la estación del año que da inicio por esta época.
Igualmente, el carnaval se ha transformado y mutado en casi todo el mundo, siendo ahora días de consumo y humo, dictado por el júbilo sin mayores arraigos culturales o históricos, puritanos y paganos disfrutan de las fechas carnestolendas unidos por una sola idea: bailar y disfrutar, para así olvidar las penas de las desdichas de la vida moderna.
DC