Cuando a los latinoamericanos nos hablan de paramilitarismo solemos pensar en Colombia. Sin embargo poco o nada se sabe de los 165 grupos de este corte que operan en los Estados Unidos vinculados con los grupos de odio existentes en ese país.
Desde la administración de Barack Obama se ha dado una marcada proliferación de grupos de diverso corte ideológico que reivindican posturas antigobierno, exclusivistas, ultranacionalistas y racistas. Algunas de ellas tienen su brazo armado o “milicias”.
Las milicias actúan amparadas en la Segunda Enmienda de la Constitución de Estados Unidos. Sostienen que «una milicia bien reglamentada es necesaria para la seguridad de un Estado libre. El derecho del pueblo de tener y portar armas no deberá ser infringido».

Aunque no tienen una estructura centralizada estas agrupaciones sostienen vínculos entre sí. También comparten información y material propagandístico. Consideran que las propuestas para controlar el porte de armas son parte de una conspiración del gobierno de los Estados Unidos para desarmar y someter al pueblo.
Una visión “paranoica” que data de los albores de Estados Unidos como nación
Algunos expertos ubican el origen de las milicias en los tiempos de los colonos cuando los Estados Unidos no contaba con un ejército ni cuerpos policiales y los ciudadanos se organizaban para autoprotegerse. Se basan en el mito del hombre libre que lucha contra las amenazas, incluido el mismo gobierno, que es percibido como un tirano que les quiere domesticar con leyes e impuestos.
De acuerdo con Ryan Lenz – miembro del Southern Povery Legal Center (SPLC) y uno de los mayores expertos de Estados Unidos en milicias y grupos de odio – la década del 90 fue clave en la historia de estos grupos armados.

En el verano de 1992, un neonazi de Idaho, acusado de poseer y vender armas ilegales, se atrincheró con su familia y sus complices en una cabaña en Ruby Ridge. La policía cercó el lugar y el enfrentamiento duró 11 días. Entre las bajas estaba la esposa del acusado, derribada por un francotirador mientras sostenía a su bebé en brazos.
Al año siguiente, los Davidianos, una secta cristiana que esperaba el Apocalipsis que estaba atrincherada en Waco, Texas, fue asediada por la policía durante 51 días. Su líder se había casado con varias niñas y acumulaba un arsenal de proporciones bélicas. Este enfrentamiento le costó la vida a 76 personas.
Ryan Lenz explica que “Los sucesos de Ruby Ridge y Waco son directamente responsables del crecimiento explosivo de las milicias”, ya que convencieron a círculos ultraderechistas de que la Administración Clinton pretendía aplastar las diferencias ideológicas y desarmar a los ciudadanos.

Con Obama las milicias se multiplicaron por ocho
Los grupos paramilitares se apaciguaron tras el escándalo del atentado en Oklahoma City hasta el 2007, cuando el entonces senador de Illinois, Barack Obama, anunció su intención de ser presidente. “El resurgir de las milicias en 2008 se debe al miedo a las políticas de Obama”, afirma Lenz.
El número de grupos antigobierno se multiplicó por ocho entre 2008 y 2012: pasaron de 42 a 334. De acuerdo con Daryl Johnson – un analista del sistema de Seguridad Nacional – este incremento se debe a dos razones: la recesión económica y la elección del primer presidente afroamericano de la historia.
Con la “cara lavada” y afines a Trump
Según Daryl Johnson las milicias mayoritarias profesan hoy un tono suave y adaptado a “clases más educadas”. Evocan los principios de la Constitución americana. Un ejemplo de ello son los Oath Keepers y los Three Percenters, llamados así porque – según afirman – en 1765 solo un 3% de los colonos se levantó en armas contra la Corona inglesa. Se autocalifican como sus “valientes sucesores”.

Carolyn Gallaher, profesora de la American University en Washington, manifiesta que el movimiento patriota ve a Trump como un gobierno con el que puede trabajar y que algunos grupos han dado indicios de que están dispuestos a hacerlo.
Sin embargo Gallaher resalta que hay otras milicias, principalmente en el occidente del país, donde mantienen una larga disputa con el gobierno federal por el control de tierras. “Y no creo que esa indignación cambie con Trump»,
Lo que salta a la vista es que algunos de estos grupos armados colaboran con la política antiinmigrantes del actual inquilino de la Casa Blanca “cazando mojados” en la frontera con México para entregarlos a las autoridades migratorias.
Enza García Margarit