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Otra fuga espectacular de «El Terror de Creil»

Aunque el dicho popular dice “el crimen no paga”, en el caso del criminal francés Redoine Faïd bien podría cobrar por llevar su vida al cine. De hecho, ya tiene un libro publicado Braqueur (Atracador).

Ya era muy conocido en la crónica negra de su país natal desde el año 2010 a propósito de la publicación de su libro y su paso por los estudios de televisión promocionándolo.

Ahora, por su espectacular fuga reciente en un helicóptero de la prisión francesa de Réau –a las afueras de París-, su cara se conoce en todo el mundo.

Esta es la segunda ocasión en que se evade de prisión. Ya en 2013 lo hizo de la prisión de Lille (al Norte de Francia, cerca de Bélgica) de la que salió reteniendo a varios rehenes y reventando con explosivos varias puertas de la instalación.

Lo suyo no es la discreción, definitivamente.

Redoine nació en 1972 en el suburbio parisino de Creil, en el seno de una familia numerosa de origen argelino.

Su primer delito lo cometió a los seis años, cuando salió de un supermercado con un carrito cargado de dulces que no había pagado. A los 12, ya sabía que el robo sería su modo de vida. Los policías locales lo llamaban “el terror de Creil”.

En 2011 participó en el atraco a un camión blindado en Pas-de-Calais, en el norte de Francia, por el que fue condenado a 18 años de prisión.

Fue atrapado mes y medio más tarde y devuelto tras las rejas a cumplir el resto de sus sentencias. A estas se añadieron el pasado abril 25 años más como cerebro de otro atraco frustrado a un camión blindado que, en 2010, terminó con la muerte de una policía en las afueras de París.

No es un dato menor que funcionarios de la prisión advirtieron que Redoine Faïd iba a fugarse por su repentino interés en el funcionamiento de la prisión y algunos cambios en su comportamiento.

Esas sospechas se plasmaron en un intercambio de correos electrónicos entre responsables del personal de la prisión y directivos de la administración penitenciaria.

Faïd escapó en un helicóptero que aterrizó en el único patio sin alambradas. A bordo de la aeronave iban tres cómplices fuertemente armados que habían secuestrado poco antes el aparato junto a su piloto.

El helicóptero fue quemado después por el prófugo y sus cómplices para borrar pistas, al igual que otros tres vehículos utilizados en su huida, cuyo rastro se perdió a una decena de kilómetros al norte de París.

Actualmente unos 2.900 policías y gendarmes siguen la pista del prófugo para detenerlo y encarcelarlo.

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