En Nicaragua vuelve a aparecer un nuevo intento de cambio de gobierno por la fuerza, bajo el formato de «la revolución de colores».
El sector privado fue el primer doliente ante el anuncio del gobierno de Daniel Ortega sobre una serie de reformas con el fin de aumentar los aportes de trabajadores y empleadores a la seguridad social y la creación de un tributo especial a las pensiones del 5%.
Al día siguiente que fue informada esta decisión, extrañamente surgió una cuenta en Twitter llamada #SOSINSS. «El nombre en sí genera dudas sobre la razón particular de vincular la señal internacional de pedido de socorro (recurso operativo típico de las revoluciones de colores en redes sociales) con las reformas en el Instituto de Seguridad Social. El curso de las acciones disiparía todas las sospechas 24 horas después», reseñan los investigadores de Misión Verdad.
Martha tiene 71 años y no tiene hijos. Para ella que le quiten el 5% de su pensión es un golpe duro a su economía. "Me han firmado mi sentencia de muerte", dice. Dale RT y difundí pic.twitter.com/QfRwPuoQjS
— #SOSINSS (@sosinssnica) April 17, 2018
Durante varios días se dieron manifestaciones violentas con el empleo de métodos insurreccionales de protesta en la nación centroamericana: el perfil del mensaje político, el comportamiento de los medios de comunicación y la propia historia de un país ocupado e intervenido por Estados Unidos, en distintas oportunidades, deja en evidencia los intereses que están ocultos tras la necesidad de generar muertos en la nación.
Las convocatorias a las protestas guardan un extraordinario parecido con las realizadas en Venezuela durante las guarimbas de 2017 que intentaron derrocar al gobierno del Presidente Nicolás Maduro. La estrategia se basa en hacer parecer que se trata de convocatorias «espontáneas» de ciudadanos enfurecidos con acciones del gobierno, denominándolas «plantones» o «trancazos», convocados (de forma muy coordinada y con muchos recursos logísticos) en edificios gubernamentales, y en específico en las sedes del INSS, los cuales se transformaron en los puntos de partida de la violencia callejera.
Aclaramos que, a la fecha, no se ha avisado ni hora ni lugar de este plantón. #SOSInss pic.twitter.com/Dw4pPIOqmB
— #SOSINSS (@sosinssnica) April 18, 2018
Para continuar el análisis comparativo con la violencia desatada por la derecha en Venezuela el año pasado, las protestas en Nicaragua se extendieron en 8 departamentos y fueron mutando progresivamente a cúmulos de violencia extrema donde se destaca el uso de armas de fuego no convencionales para intensificar el choque con las fuerzas de seguridad, la alteración de la tranquilidad pública y la vialidad, el ataque armado contra distintos espacios públicos y la ejecución de saqueos a comercios.
Servir de fuente para la prensa internacional y darle insumos
Los jóvenes que participan en las protestas violentas alegan que son de carácter «ciudadano», supuestamente «anti-políticas», apoyadas por sectores de la Iglesia Católica y con supuestos fines reivindicativos. Pero todo esto es un disfraz muy bien planificado para dar los insumos (fotografías, videos, entrevistas, etc) a los medios internacionales para que estos puedan generar la imagen del «Gobierno victimario y represivo que abusa de la fuerza y de los cuerpos de seguridad», estrategia ya perfeccionada en Venezuela.
Causalmente, el gobierno de Donald Trump, ya había llamado el sábado pasado a “reconsiderar” viajes a Nicaragua por motivos de seguridad y volvió a advertir el lunes sobre los actos de violencia en las calles, las limitaciones para conseguir comida y combustible, y los bloqueos de rutas, incluido el acceso al aeropuerto internacional.
Las redes sociales han sido utilizadas para glorificar la violencia, toda vez que en el terreno los agentes criminales hacen el trabajo sucio, y siguen formando parte del manual global de «las revoluciones de colores».
Todos los medios privados titulaban al unísono: «Represión brutal en Nicaragua que deja al menos 25 muertos». El País de España reseñaba sus informaciones con párrafos como este: «Daniel Ortega, con el apoyo petrolero de Venezuela, ha entregado ayuda a los más pobres que ven en él a una suerte de mesías en un país con profunda desigualdad (…) La ingente cooperación venezolana –más de 4.000 millones de dólares desembolsados desde 2007- sirvió, además, para controlarlo todo, formar empresas al amparo del Estado, a las que beneficiaba con jugosos contratos, y crear una nueva oligarquía: la burguesía orteguista» (…) «Los empresarios también se beneficiaron de este derroche petrolero, hasta que Venezuela entró en crisis y empezó a menguar el dinero y cayeron las exportaciones nicaragüenses al gobierno chavista; luego ha venido la toma de acciones como la de reformar el Seguro Social», asegura el diario español.
Esta postura de los medios internacionales de derecha dejan ver permanentemente la insoportable molestia que sienten por la vinculación de la Revolución Sandinista con la Revolución Bolivariana de Venezuela con evidentes aires de ensañamiento y venganza.
El objetivo final del diseño de este plan, ya repetido en varios países, es consolidar una confrontación que debilite al Estado y lo coloquen en una situación defensiva.
La USAID en este nuevo intento de ataque, esta vez contra Nicaragua, continúa otorgando financiamiento a organizaciones políticas opositoras y ONGs locales, fondos que pudieron tener como destino probable el adiestramiento en tácticas de subversión y guerra urbana. Un total de 31 millones de dólares entregados –nada más en 2016– han recibido bajo la cobertura de «Desarrollar las capacidades para la defensa de la sociedad civil».
Nicaragua entra en el ojo del huracán porque el gobierno sandinista volvió a ganar elecciones con más de un 70% de votos y tiene como objetivo la construcción de un canal trasatlántico que puede generarle competencia al canal de Panamá, bajo dominio estadounidense y sus intereses. El nuevo canal en Nicaragua está apoyado por inversiones chinas y con la voluntad de Rusia de incorporarse al proyecto.
La maquinaria de la propaganda se mueve para descalificar al gobierno de Daniel Ortega y el Frente Sandinista. Pero resalta con curiosidad que esa prensa no menciona que aquellos grupos que están moviendo las “manifestaciones” dentro de Nicaragua (tratando de hacerlas pasar como “protestas” del «pueblo»), están formados en un 50% por delincuentes locales e incluso grupos de criminales llegados desde el Salvador y Honduras.
El imperialismo y sus títeres desean una América Latina desunida, quebrada, rota, sin posibilidades de gobiernos progresistas, democráticos, soberanos e independientes; su objetivo es recuperar el antiguo “Patio Trasero”.
La Casa Blanca está tratando de impulsar a los movimientos derechistas, opositores, facilitándoles todas las herramientas para su acción criminal, propiciando una propaganda agresiva e infiltrando los aparatos judiciales para asestar los golpes que derroquen los gobiernos que para sus intereses, son “molestos”.
SC