Cuando Lenin Moreno llegó a la presidencia de Ecuador, lo hizo con la promesa de dar continuidad a la “revolución ciudadana”, que había iniciado su antecesor Rafael Correa. De la mano de su aliado de partido, y de quien fue vicepresidente, el recién electo presidente ofreció seguir transitando los caminos de la integración latinoamericana y la visión antiimperialista que Correa en Ecuador, Hugo Chávez en Venezuela, Lula y Dilma en Brasil, los Kirchner en Argentina y Evo Morales en Bolivia, impulsaron en el continente.
Pero apenas llegó al Palacio de Carondelet, comenzó el distanciamiento con las políticas socialistas que llevaron a culminar el gobierno de Correa con altísima popularidad y lograron el triunfo para la continuidad. Inmediatamente Moreno procedió a perseguir a sus ex aliados de partido y a sacarlos de los espacios claves del gobierno. Un primer aviso de lo que estaba por venir.
Como segundo acto, el mandatario ecuatoriano concretó nuevos acuerdos con las cámaras empresariales del país y los medios de comunicación que adversaron a Correa. Rápidamente las matrices de opinión contra Moreno se disiparon y el acercamiento a Washington se hizo visible. Como definitivo punto de quiebre, se alejó de gobiernos como el de Venezuela, Cuba y Nicaragua, y acabó con el proyecto de UNASUR, cuya sede estaba en ese país.
Otras promesas rotas
Moreno prometió empleo para todos, y luego comenzó su política de eliminación de puestos de trabajo en la Administración Pública, dejando sin trabajo a miles de ecuatorianos. Dijo que lucharía contra la corrupción, pero restituyó las garantías a los banqueros que habían saqueado al país. También retomó el vínculo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), situación que había negado en su momento.
La larga cadena de traiciones de Lenin Moreno se coronó con el retiro de su país de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), luego de lo mucho que costó la reincorporación al organismo. Pero las presiones de países hegemónicos lograron este retroceso. Como consecuencia de los nuevos compromisos adquiridos con el FMI, traicionó a su pueblo que disfrutaba de un tradicional subsidio a los combustibles, y elevó el precio de la gasolina en más de 150%, acción que tiene en tensión al país suramericano.
RB