No es un dieta para rebajar la grasa acumulada en el abdomen o las piernas, tampoco para desintoxicar el hígado, se trata de un régimen dietético digital que busca bajar las kilos de estrés y lograr una desintoxicación digital.
El concepto de dieta digital no es nuevo. Daniel Sieberg en su libro «la dieta digital» invita a las personas a calcular su «obesidad digital«, a través de un sistema de puntos que califica el número de dispositivos electrónicos que utilizamos en nuestras vidas, así como por cada cuenta de correo, redes sociales, blogs, etcétera.
La idea de la dieta es dosificar la utilización de los dispositivos móviles y la utilización de redes sociales e internet. A través de límites de horario, tiempo de conexión y momentos específicos del día, se pretende puede controlar el peso de la tecnología en nuestras vidas.
Las nuevas tecnologías no solo están generando compulsión en los jóvenes, sino también en los adultos, al punto de no ser capaces de dejar a un lado su teléfono para concentrarse en una conversación con algún amigo cara a cara.
Cada vez que recibimos una dosis de información (tweets, WhatsApp, actualizaciones de estado) estamos enviando una pequeña cantidad de dopamina al cerebro, generando así una adicción al estímulo constante, lo que hace más difícil a nuestra mente concentrarse en actividades largas que requieran esfuerzos profundos.
En los niños, las tecnologías pueden afectar el resultado escolar, especialmente o por el uso que se les da. Por ello es necesario establecer un control, disciplina y orientación por parte de los padres.
Aunque no todo el mundo necesite de dieta digital, para aquellos amantes o adictos a las redes sociales es importante valorar hasta qué punto la compulsión a estas herramientas afecta su vida personal. Si eres de las personas que no pude soltar el teléfono por más de una hora, revísate, es momento de ponerse a «dieta digital».
AMR
Estadounidenses se quedan sin privacidad en la redes sociales