InicioCULTURA Y ENTRETENIMIENTOCuriosidadesÉtica animal: una mirada al negocio de las mascotas

Ética animal: una mirada al negocio de las mascotas

Décadas de intensa exposición a la publicidad hollywoodense han logrado insertar la imagen del sueño de vida americano en el inconsciente de más de un incauto en el resto del mundo: la idea de la familia feliz que posa frente a su gran casa, con perfecto jardín y un carro nuevo, donde mamá, papá, hijo e hija, siempre son acompañados por la mascota, un hermoso perro. Esta escena es reiterada incansablemente porque funciona. No la familia, claro. Funciona el método de venta por persuasión: si quieres una familia feliz debes tener todo eso.

Ha funcionado tan bien que hasta el tema de la tenencia de animales domésticos se ha transformado en una lucrativa industria. Este comercio es tan grande que abarca no sólo la venta de cachorros sino que ofrece una extensa y especializada gama de productos y servicios donde nada queda por fuera, excepto, claro, los derechos de los animales.

biodiversidad-extincion-trafico_de_especies-amazonia-bolivia-3Basta con revisar sitios en Internet donde se ofrecen mascotas para darnos cuenta de que el negocio no solo se basa en la venta de las crías con o sin pedrigrí (pedigree). Cada día se hace más común el “alquiler de vientres” de hembras o el ofrecimiento de machos “para la monta”. Estas prácticas, por lo general, causan violentas peleas entre los perros pues las hembras son obligadas a aparearse con machos con los que no congenian, además de que muchas veces son amarradas y forzadas, colocándoles bozales para evitar que se defiendan. No es difícil imaginar el nivel de maltrato físico e incluso psicológico que pueden llegar a sufrir estas perras que a veces debido al trauma no quieren criar a sus cachorros.

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En el comercio con animales se tratan a éstos justamente como mercancías o fuentes de dinero. Son abundantes los casos en los que personas inescrupulosas explotan a las hembras al punto de forzarlas a tener un embarazo tras otro, impidiendo su recuperación física, hecho que ocasiona un visible deterioro en su salud y la de sus cachorros. También son típicos los casos de endogamia con lo que se agudizan y refuerzan enfermedades genéticas y degenerativas. A estas condiciones de reproducción se suma el hecho de que los animales que se reproducen para la venta, por lo general, nacen y se desarrollan en estrechas jaulas sin muchas posibilidades de estirarse, correr o de ser, simplemente, perros.

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Pero esta industria de la esclavitud, perversamente ingeniosa, ofrece a quienes estén dispuestos a comprar (es siempre el dinero el que mueve ese tipo de perversiones) no sólo los tradicionales perros o gatos, sino también otros tipos de animales entre los cuales se pueden encontrar peces, tortugas, moluscos, aves, conejos, cobayos, erizos africanos y pequeños roedores, entre otros, que son criados en condiciones verdaderamente deprimentes para sacarles todas las crías posibles. Estas prácticas, lamentablemente aún en el siglo XXI son legales en todo el mundo.

Como si esta situación ya no fuera suficientemente lamentable en muchos países también se comercializan, de manera ilegal, ejemplares de fauna silvestre. Pequeños monos, reptiles y aves medianas son los animales preferidos para la venta cuya procedencia en muchos casos implica, cuando menos, la muerte de los padres, además de la alteración de algunos ecosistemas a mediano y largo plazo. Esta es una actividad prohibida por la legislación venezolana, muy bien contemplada en la Ley de Protección a la Fauna Silvestre Libre y en Cautiverio, y acarrea severas sanciones, desde multas hasta prisión, para quienes incurran en esos delitos.

Sin embargo, el respeto a la vida de todos los seres que habitan el planeta no debería tratarse desde una simple óptica legal ni considerarse un mero asunto penal administrativo. Se trata más bien de una cuestión ética que involucra nada más y nada menos que a nuestros compañeros de viaje en la vida dentro del planeta, de seres que merecen, al menos, el mismo trato y consideración que reciben los seres humanos, quienes, de hecho, también pertenecen a reino animal.

En tal sentido, la Declaración Universal de los Derechos de los Animales establece que “Todos los animales nacen iguales ante la vida y tienen los mismos derechos a la existencia” y además, que “El hombre, como especie animal, no puede atribuirse el derecho de exterminar a los otros animales o de explotarlos, violando ese derecho. Tiene la obligación de poner sus conocimientos al servicio de los animales”.

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Por esto, además de la ley antes mencionada, en Venezuela existen diversas instancias como la Misión Nevado, que actúan en permanente vigilancia de la aplicación de las ordenanzas municipales en materia animal. El reto: evitar y condenar la venta ilegal de animales de compañía promoviendo la adopción de animales mestizos para contrarrestar esta industria capitalista ligada al comercio y la explotación de mascotas. Sin embargo, la tarea fuerte es en el plano cultural: crear conciencia de que los animales no son objetos y que el término “mascota” ha sido utilizado para cosificar al animal y se ha sido introducido con fines meramente comerciales, lo que nos ha impulsado a creernos dueños de ellos.

Queda claro que, asumiéndonos como una especie animal, es nuestro deber ético garantizar la supervivencia y la mejor calidad de vida para los demás seres vivos que comparten nuestro momento histórico. La compra de animales solo contribuye con un sistema lleno de oscuras y penosas prácticas, en cambio, darle la oportunidad a un animal doméstico sin hogar, de los miles que deambulan por las calles, puede hacer la diferencia.

T/MP

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