El Congreso de Estados Unidos envió una carta al presidente de ese país, Donald Trump, en la que expresa su preocupación por la economía de ese país, de aplicarse las sanciones con las que el mandatario amenazó a Venezuela si llevaba adelante los comicios para elegir a los integrantes de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC).
“Estamos preocupados por los impactos a los ciudadanos de los Estados Unidos que resultaran debido a cualquier sanción relacionada con el sector energético que pueda imponerse a Venezuela”se lee en el documento.
De igual forma, el Congreso estadounidense afirma que ya se han hecho notar “consecuencias imprevistas” que afectan a la población, “tememos que las posibles sanciones perjudiquen la economía de Estados Unidos, perjudiquen la competitividad global de nuestros negocios de energía, y aumenten los costos para nuestros consumidores”, dice el documento oficial.
Al Congreso gringo -que funciona con base en una Constitución elaborada hace dos siglos y por ende considerada retrógrada por expertos en asuntos jurídicos- le preocupa que los venezolanos hayan celebrado una elección “permitiendo la formación de una Asamblea Constituyente para reescribir ostensiblemente la constitución”, sin embargo, reconocen los daños que pudiera ocasionar a EEUU aplicar sanciones al país suramericano.
“Venezuela es el tercer mayor proveedor de crudo a los Estados Unidos, después de Canadá y Arabia Saudita. El 90% del crudo venezolano importado a los Estados Unidos es procesado en la Costa del Golfo. El desplazamiento de esta cantidad de crudo aumentaría los costos del refinador, reduciría la eficiencia y elevaría los precios de los combustibles para el consumidor. Además, podría desestabilizar los mercados de crudo en todo el mundo, elevar los precios mundiales del petróleo, y reforzar las economías de Irán y Rusia”, afirma el pronunciamiento del Congreso.
Esta carta, evidencia no solo la dependencia de la “economía más grande del mundo”, de un país pequeño, sino que también pone sobre la mesa las contradicciones en el juego de la geopolítica: un país cuya Constitución no ha sido discutida en siglos (La ONU opina que cada 18 años deberían revisarse, tal como en el caso venezolano), pretende aplicar sanciones a un país soberano que quiere adecuar su carta Magna a los nuevos retos que enfrenta.
JS