Este miércoles se abren las urnas electorales para los holandeses, quienes elegirán a los nuevos miembros de su parlamento, en un momento en el que tanto Europa como los Países Bajos ven una profunda polarización política, en el que la ultraderecha se asoma como serio contendiente.
Estos comicios podrían ser un termómetro sobre si ha llegado a su fin la marea de movimientos populistas como los que causaron la salida británica de la Unión Europea y llevaron a Donald Trump a la Casa Blanca, o si apenas está empezando, ya que además de las elecciones en Holanda, en los meses cercanos también se darán los procesos electorales de Francia y Alemania, en donde las fuerzas de ultraderecha también parecen tener considerable apoyo.
Pese a que el Partido Popular para la Libertad y la Democracia (VVD) del primer ministro Mark Rutte lidera las encuestas de opinión con alrededor del 16%, el Partido por la Libertad (PVV) del ultraderechista y antiislámico Geert Wilders se sitúa en segundo lugar por unos pocos puntos porcentuales.
Los últimos días de la campaña se han visto opacados (o reavivados) por un enfrentamiento diplomático entre Turquía y Holanda, luego que el gobierno neerlandés le prohibió a ministros turcos hacer campaña en suelo holandés para un próximo referéndum.
La disputa exhibió a Rutte como alguien dispuesto a defender con rigidez los intereses nacionales, una posición que goza de abundante apoyo en el país.
«Tenemos una línea roja», dijo, refiriéndose al veto impuesto a los políticos turcos de hacer campaña política en Holanda. Es más, el primer ministro aclaró que las 400.000 personas de origen turco son «ciudadanos holandeses», y no de Turquía, como había reclamado Ankara. Pero siempre enfatizó: «No nos dejamos chantajear».
Entre los puntos fuertes de Rutte se cuentan la mejoría económica de su país, que tiene un crecimiento de 2%, luego de atravesar una crisis económica. La tasa de desempleo bajó a un 5%. No obstante, Rutte es enormemente impopular, debido a que para lograr esos números aplicó las típicas recetas neoliberales, al recortar los beneficios sociales que juró defender en su campaña anterior.
Ante este escenario, señala que hay dos alternativas: el caos o la continuidad.
El primer ministro asevera que las promesas de Wilders -sacar a Holanda de la Unión Europea, prohibirle la entrada a todos los inmigrantes de países islámicos, cerrar todas las mezquitas y prohibir el Corán- son una receta para el desastre.
Con información de DW.
JA