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Así fue el entierro de los objetivos de la Cumbre de las Américas

A propósito del cierre de la Cumbre de las Américas, el bloque formado por Argentina, Bahamas, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Guyana, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú y Santa Lucía, dirigido por EEUU -a través de su vicepresidente Mike Pence- expresaron su «preocupación» por la situación en Venezuela y «el agravamiento de la crisis en el país».

La Cumbre funcionó con una agenda 100% norteamericana: «señalamientos de corrupción, más sanciones a Venezuela, y los temas sobre comercio e inversiones de China y Rusia versus EEUU en la región». Cada paso estuvo programado minuciosamente de antemano en Washington.

En la declaración conjunta, los firmantes refrendaron asimismo su apoyo a la Asamblea Nacional de Venezuela de mayoría opositora -que se encuentra en desacato- y dijeron que «los actos jurídicos que requieran de la autorización de dicha Asamblea, solo serán reconocidos cuando ésta los haya aprobado». Esto de entrada habla de un desconocimiento total por parte de la Casa Blanca y sus aliados de la legitimidad de absolutamente todos los Poderes Públicos constituidos legalmente en el país suramericano.

En esta Cumbre, disfrazada de «foro anticorrupción», el Banco Interamericano de Desarrollo –cuyo principal accionista es EEUU– presentó las alianzas entre gobiernos de derecha y empresas estadounidenses como medidas que ellos denominan «de transparencia”. El documento de 57 puntos para supuestamente «combatir la corrupción» anunciado, al final de la Cumbre, deja ver la agenda injerencista del Gobierno de Trump.

¿Tienen moral estos gobiernos para hablar mal de Venezuela? ¿En qué ética se basan para tocar precisamente el tema de la corrupción? Justamente el ex anfitrión del evento y ex presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski, renunció por acusaciones de corrupción. Los gobiernos de Brasil, Argentina, México y Colombia están señalados por sus entramados corruptos ante los ojos del mundo. Las evidentes contradicciones observadas en la Cumbre de Las Américas sellaron su completo fracaso.

En su nota final también se exhortó a organismos del sistema de Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos (OEA) a implementar «de manera inmediata un programa de asistencia humanitaria para aliviar la situación de sufrimiento y escasez que padece el pueblo de Venezuela». Cada vez que el gobierno norteamericano introduce su «ayuda humanitaria» en alguna nación soberana, sabemos el final de la historia.

Por otra parte, la Casa Blanca se intentó movilizar y está replanteando su estrategia global para no seguir cediendo terreno económico a China y Rusia en América Latina. Estos son tiempos de hegemonía disputada para Estados Unidos, incluso en el hemisferio occidental. Las masivas inversiones chinas en América Latina –250.000 millones de dólares previstos en los próximos cuatro años– y un estrechamiento de los lazos entre Rusia y La Habana-Caracas empiezan a sembrar el pánico en Washington.

El secretario de Comercio, Wilbur Ross. declaró nada más al llegar a Lima que “Estados Unidos no cederá el liderazgo en la región a los países autoritarios”. Hasta los líderes demócratas en Washington advirtieron en una carta a Pence que “mientras Estados Unidos se retira de América Latina, China y Rusia están llenado el vacío”.

Muchos países presentes en Lima advirtieron de las contradicciones de la política de Trump en la región. Este capítulo pasó sin pena ni gloria mientras la Casa Blanca lanzaba misiles a Siria violando el derecho internacional y la dignidad de los pueblos.

SC

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