Alegando un presunto sesgo anti-israelí y con la creciente deuda ante la organización, la cual «preocupa» a la Nación, este jueves el Estado norteamericano ha declarado su separación de la UNESCO e invitándola a una «reforma necesaria».
A pesar de los deseos de la Casa Blanca de «seguir permaneciendo como observador», ha dejado un mal sabor entre los dirigentes que ven esto como una represalia a la inclusión de Palestina, evidenciando la influencia política de Israel sobre esta nación.
Tras aplaudir y agradecer la decisión de EE.UU, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, anunció poco después, que el régimen sionista también saldrá de la UNESCO y catalogó paradójicamente a la organización como «el teatro de lo absurdo».

Eleonora Mitrofanova, perteneciente al Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia ha declarado que «UNESCO no pierde nada con esta decisión».
Hay que recordar que el Estado israelí desde hace un año dejó de trabajar con la UNESCO por las mismas razones; se mantenía adscrito más no cumplía funciones administrativas, al igual que Estados Unidos, que desde 2012, ante la adhesión de Palestina, decidió suspender el envío de capitales y dejó de colaborar monetariamente con el bloque de la ONU.
En octubre, la Unesco emitió un comunicado que condenaba las acciones de Israel en lugares sagrados de Jerusalén y en la ocupada Cisjordania, estás acciones iban desde el uso excesivo de la fuerza, el destrozo de trabajos arqueológicos, e incluso la destrucción de escuelas para niños beduinos y palestinos adscritas a la Unesco.
Tristemente, la actitud de doble rasero de EEUU no sorprende cuando decide de salirse de una organización que promueve la cultura y la educación en todo el mundo, en vez de darle un parado a las atrocidades y violaciones de derechos humanos e incluso, de las leyes internacionales que realiza de forma sistemática el régimen israelí.
KH