Estados Unidos exigió a Japón, al igual que a todos sus socios comerciales, dejar de importar petróleo de Irán a partir de noviembre para asfixiar económicamente al gobierno de Teherán.
La administración nipona intentará persuadir a Washington para evitar una repercusión negativa en las empresas japonesas que exportan bienes al país persa (el tema petrolero en realidad no es tan importante ya que el crudo que consumen de origen iraní apenas alcanza 6%, más o menos).
El ministro portavoz japonés, Yoshihide Suga, afirmó que el país asiático también mantiene un diálogo directo con Irán. De hecho, el primer ministro nipón, Shinzo Abe, viajará a Irán hacia mediados de Julio (que sería la primera visita oficial de un líder japonés en 40 años).

Sin embargo, el propio presidente de EE. UU, Donald Trump, anunció que “no permitirá excepciones” en un mensaje también dirigido a China e India quienes han dado muestras de desestimar la instrucción del mandamás de la Casa Blanca.
Un elemento a tener en cuenta en la respuesta de Tokio es la imposición de aranceles de gran cuantía a las importaciones de acero y aluminio que le impuso Washington y el posible aumento de gravámenes a los autos provenientes de Asia.
También entran en el juego comercial la necesaria cooperando de Trump para resolver el asunto de los secuestros de japoneses por parte de Corea del Norte y la necesidad de que se desnuclearice.

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Irán a EE.UU.: tenemos la plena capacidad de afrontar toda amenaza enemiga