Actualmente, la resistencia a las ideas ecológicas está asociada a que la población no comprende que la formación ambiental debe ser un derecho básico en cualquier ámbito de la comunidad y no sólo de las escuelas.
Las consecuencias que estamos viviendo del cambio climático que afecta al mundo, exigen que cada día busquemos despertar la curiosidad del pueblo con propuestas innovadoras. En este sentido, la educación ambiental no puede estar aislada de la dinámica social, y la emergencia creciente de una ciudadanía cada vez más consciente de los lazos entre las realidades sociales y ecológicas que deben favorecer el bien común, el “vivir bien”.
Debemos entender, que la Educación Ambiental no puede tener como principal motivo de efectividad el estudio y el traspaso de conocimientos como los fenómenos físicos, químicos y biológicos propios de la naturaleza, sino que deben basarse en el estudio de las formaciones sociales, económicas y políticas de los seres humanos, así como de las normas y patrones de existencia, y del modelo histórico-cultural de cada comunidad.
La Educación Ambiental siempre se ha enfocado en la transmisión de conocimientos científicos sobre el ambiente, olvidando las realidades y haciendo que nos olvidemos de los verdaderos problemas: falta de conciencia, indiferencia y patrones consumistas.
Más allá del simple hecho de impartir un conocimiento, la educación ambiental debe relacionar al ser humano con su ambiente, y buscar un cambio de actitud, de toma de conciencia del momento histórico que vivimos para conservar por el futuro del planeta y por el mejoramiento de la calidad de vida.
La inclusión social a través de la educación ambiental, debe ser una de las premisas para lograr la toma de conciencia de la población, sin olvidar que solo es un pequeño aporte en la lucha diaria por conservar nuestro planeta.
Finalmente, debemos recordar que la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, legado de Hugo Chávez establece:
Artículo 127: Es un derecho y un deber de cada generación proteger y mantener el ambiente en beneficio de sí misma y del mundo futuro. Toda persona tiene derecho individual y colectivamente a disfrutar de una vida y de un ambiente seguro, sano y ecológicamente equilibrado. El Estado protegerá el ambiente, la diversidad biológica, los recursos genéticos, los procesos ecológicos, los parques nacionales y monumentos naturales y demás áreas de especial importancia ecológica. El genoma de los seres vivos no podrá ser patentado, y la ley que se refiera a los principios bioéticos regulará la materia. Es una obligación fundamental del Estado, con la activa participación de la sociedad, garantizar que la población se desenvuelva en un ambiente libre de contaminación, en donde el aire, el agua, los suelos, las costas, el clima, la capa de ozono, las especies vivas, sean especialmente protegidos, de conformidad con la ley.
JT