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Conozca la rebeldía de la fuerza campesina que no traiciona el legado de Chávez

A principios del año 2017, la comuna fronteriza entre los estados Lara y Yaracuy, de nombre «Negro Miguel», decidió después de diversas reuniones y una asamblea general la toma de los terrenos que formaban parte de la Agropecuaria Tío Bravo, donde además de tener las tierras improductivas para la siembra, los animales se encontraban en un estado de salud muy comprometido.

En total, 36 hectáreas, que pertenecían al exalcalde del Municipio Jiménez (estado Lara) por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), Luis Plaza, tenían meses en un completo abandono, justo en uno de los momentos más difíciles de la historia reciente de Venezuela en cuanto a la producción y distribución de alimentos.

Por esto, los voceros de la comuna tomaron la decisión, con la que fueron consecuentes a pesar de los ataques de autoridades infiltradas en el Instituto Nacional de Tierras, la Guardia Nacional Bolivariana y las mismas gobernaciones y alcaldías.

A la fecha, ya han logrado sembrar frijoles, tomate y ají, según se desprende de una nota publicada por la Corriente Revolucionaria Bolívar y Zamora, organización que agrupa comunas en diversos estados del país.

También, continúa la publicación, han recuperado poco a poco la salud del ganado que quedó vivo ante la desnutrición y la sed: alrededor de 30 reses, de las más de 500 que llegaron a tener.

Cese al asedio

Los ataques armados, que en enero fueron constantes, han cesado por el momento, informan los comuneros, aunque la falta de una respuesta final ante el conflicto por parte de las autoridades del INTI hace pensar que el asunto no ha terminado.

El presidente de esa institución, José Ávila, se comprometió a la resolución del conflicto, aunque él mismo ha asumido recientemente, a raíz de un caso en el estado Barinas, que el entramado de mafias que mercadean con la tierra campesina venezolana no es cualquier cosa: “Aquí he sido amenazado por la mafias que comercian las tierras, por los terratenientes y otros actores del crimen organizado. No es una papa lo que se está enfrentando aquí”.

Producir es la tarea

Conflicto aparte, la fuerza campesina que hoy ocupa el territorio no se ha despegado del terreno, y continúan en la senda de recuperación de los espacios productivos, con la intención de contribuir al desarrollo agrícola de la nación.

Así, no fue sólo Tío Bravo. Un terreno mayor, de unas 600 hectáreas, también fue recuperado por «Negro Miguel»: este pertenecía a la Corporación Venezolana de Alimentos (CVAL), lo que no bastó para que no abandonaran el espacio.

Allí operó en algún momento un centro de mejoramiento genético de ganado, con reses importadas incluso, que CVAL simplemente dejó perder: la desnutrición y la sed también mataba a los animales. Ya en este terreno se cosechó un primer ciclo de maíz amarillo y blanco, con el segundo en puertas.

El flagelo de la traición

En la última semana, el presidente de la República, Nicolás Maduro, ha dicho reiteradamente que el proceso bolivariano afronta una ola de traición que pretende asumir un proyecto reformista y negociar con la derecha nacional e internacional.

Los intentos por doblegar la fuerza campesina en el país, en este escenario presentado por el jefe de Estado, adquieren una coherencia mayor: uno de los pilares del proyecto del Comandante Hugo Chávez se fundó en la repartición de la tierra para el trabajo campesino. No olvidemos que la Ley de Tierras, entre otros factores, desencadenó el golpe de Estado del año 2002.

JI

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