Randolph Borges
La madrugada del 13 de abril de 2002 ofreció un panorama inexplicable para quienes perpetraron el Golpe de Estado. Las televisoras programaron películas, caricaturas y telenovelas. El silencio informativo no era normal en unos medios de comunicación tan avocados a la tarea noticiosa de los días recientes. En las calles y en los medios alternativos la realidad era otra y la gente empezó a preguntarse por Chávez.
La cara visible del Golpe de Estado, Pedro Carmona, llegó temprano a la sede de Gobierno. Allí recibió la visita del Embajador de Estados Unidos, Charles Shapiro y de España, Manuel Viturro de la Torre, cuyos gobiernos reconocieron la dictadura del empresario venezolano como legítima. Esa misma mañana, la Armada venezolana confirmó la presencia de tres buques militares estadounidenses en aguas territoriales de Venezuela, que rodeaban la isla de La Orchila, lugar al que habían llevado preso a Chávez.
Esa información fue dada a conocer por la hija del presidente, María Gabriela Chávez, que en comunicación con la televisora cubana, y por rebote a CNN en Atlanta, dio detalles del paradero del mandatario preso. El silencio informativo en Venezuela era escandaloso y sólo quienes tenían acceso a la TV por suscripción, se enteraron de la noticia. Los medios alternativos se encargaron de regarla por las calles que ya empezaban a calentarse con manifestaciones en favor del presidente depuesto.
Un giro inesperado
El sector militar también era un hervidero. La evidente ruptura del hilo constitucional provocó la molestia de muchos militares de alto rango que hicieron frente a la situación. El general Raúl Baduel, que comandaba entonces la 42 Brigada de Paracaidistas del Ejército en Maracay, ciudad militar de Venezuela, denunció el golpe y desconoció a Carmona como presidente de la República. Lo propio hizo el general Jorge García Carneiro en Caracas, quien tomó las instalaciones del Cuartel Fuerte Tiuna para buscar la restitución de las normas constitucionales.
La tarde del 13 de abril, los golpistas acorralados abandonaban el Palacio de Miraflores ante el cambio desfavorable del panorama. La gente en las calles hacía presión y una multitud rodeó el palacio presidencial pidiendo el regreso de Chávez como máxima autoridad del país. Ante el abandono, el chavismo recuperó la sede del gobierno y comenzaron a mover las piezas para restaurar el orden. La constitución venezolana establece que en ausencia del presidente, el mandato recae en el vicepresidente, que entonces era el militar retirado Diosdado Cabello Rondón. Una vez ubicado y juramentado, su primera orden fue buscar a Chávez para regresarlo al poder.
RB