Vivimos una situación compleja. En las últimas semanas los sectores más radicales de la oposición han iniciado una insurrección armada. La ambición desmedida por el poder, los ha llevado a transitar por el laberinto de la violencia, buscando provocar una guerra civil y justificar la intervención extranjera.
La emboscada de abril, se suma a la larga lista de intentos fracasados de la derecha para acabar con la Revolución Bolivariana. La victoria de los Republicanos en Estados Unidos, y el ascenso al poder de uno de los sectores más radicales, envalentonó a sus lacayos, quienes una vez más dijeron: Ahora sí.
Una de las fichas más visibles de la trama ha sido el Sr. Luis Almagro, que aprovechándose de su condición de Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), se convirtió en el vocero permanente de la alianza opositora en Washington, atacando sistemáticamente a Venezuela e irrespetando los tratados y normas de procedimiento de la organización, lo que llevó al Presidente Nicolás Maduro a tomar la decisión soberana de retirar a nuestro país de la OEA.
El chavismo ha respaldado en todo momento al Presidente Nicolás Maduro, convencidos de que estamos del lado correcto de la historia, emprendiendo una agenda de movilización permanente por la paz.
El Presidente Nicolás Maduro en el marco de la Movilización del Día del Trabajador y Trabajadora, anunció un nuevo desencadenante histórico para la Revolución Bolivariana, la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, en los términos que expresa la Constitución de 1999.
La propuesta de Constituyente formó parte de las estrategias promovidas por la derecha para acabar con la Revolución durante el año 2016, pero los conflictos internos impidieron que prosperara como opción. En un escenario político normal, esos mismos sectores de la derecha hubiesen salido a celebrar como una victoria suya la decisión anunciada por el Presidente Maduro, pero están tan comprometidos con la insurrección armada que hoy incluso se atreven a desmentir que fue una iniciativa que consideraron. Afortunadamente, las redes sociales, esas que usan a diario para generar zozobra y miedo en nuestra población, los dejó en evidencia.
Estos días, diversos líderes de la derecha han aparecido como los paladines de la Constitución de 1999, es necesario recordar al pueblo que ellos votaron NO a la Asamblea Constituyente de 1999 y votaron NO a la propuesta de Constitución, y fueron los mismos que la rompieron y la quemaron públicamente, y en Abril de 2002, con el Golpe de Estado contra el Comandante Hugo Chávez, pretendieron acabar con la Carta Magna.
Quienes señalaron siempre al Presidente Chávez como dictador, hoy hacen lo propio con el Presidente Nicolás Maduro. Extraña dictadura nuestra que convoca al pueblo al ejercicio pleno del Poder Constituyente Originario.
Sin duda, la Constituyente es un camino a la paz. Más allá de nuestras diferencias políticas, Venezuela nos une, y debemos sentar las bases de un nuevo pacto ciudadano.
La confluencia de los ríos Orinoco y Caroní, que se unen en sus diferencias y avanzan juntos, debería ser un ejemplo a seguir por todos los venezolanos y venezolanas.
Vamos a la Constituyente, en paz, en democracia, comprometidos con el futuro.
Heryck Rangel