De mil maneras Estados Unidos, autoproclamado policía del mundo, ha presionado para que se haga su voluntad en los países sobre los que quiere ejercer dominio, por razones políticas o económicas.
Así, ha logrado imponer un imperio de pobreza, desigualdad y miseria en países como Libia, Irak, Siria, Ucrania, entre otros. El objetivo que no ha logrado doblegar, a pesar de haber emprendido manuales viejos y nuevos para la guerra, es Venezuela, un pequeño territorio al norte de Suramérica, determinado desde hace más de doscientos años a ser libre y soberano.
En ese contexto, el gobierno venezolano ha sido producto de distintos tipos de asedio y bloqueo disimulado, desde la llegada al poder de Hugo Chávez y que parece arreciar con la presidencia de Nicolás Maduro. Como ejemplo, en más de una oportunidad, Chávez denunció que los aviones F16 de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, comprados al país del norte no podían operar, pues ellos no querían vender los repuestos, ni permitían la triangulación para comprarlos a otros países.
Así ha ocurrido recientemente, no solo con repuestos y productos, sino con medicamentos vitales para la salud de millones de venezolanos. Las amenazas no son solo económicas. Maduro ha denunciado en múltiples oportunidades una operación denominada «tenaza» con la que estaría pretendiendo «apretar» o asfixiar al país desde los lados, para lo cual ha usado estratégicamente a sus gobiernos aliados en Colombia y Guyana.
Recientemente, con el anuncio y la decisión de los venezolanos de ir a una Asamblea Nacional Constituyente, ha recrudecido el asedio, a través de organismos como la Organización de Estados Americanos que ha sostenido una abierta agenda injerencista y que este miércoles emprenderá otra sesión para intentar interferir en asuntos internos de Venezuela.
Mientras tanto, amenazan con continuar arreciando el bloqueo, en esta oportunidad con el principal recurso de Venezuela: el petróleo. Recientemente el presidente norteamericano Donald Trump anunció que para presionar al Gobierno venezolano, podría dejar de comprarle petróleo (EEUU es el primer comprador de este producto a Venezuela), lo que es aplaudido por la derecha internacional que desea que para que la medida sea efectiva, debe hacerse un boicot internacional en esta materia.
Se trata de un llamado, en esta oportunidad abierto para un nuevo bloqueo e intentar coaccionar a un país soberano. Venezuela ha manifestado una vez más la decisión de avanzar en la Asamblea Nacional Constituyente como único mecanismo para el diálogo político, cuyo resultado final será la redacción de una nueva Constitución adecuada a los nuevos retos de los venezolanos.
JS
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