La política de chantajes le ha funcionado muy bien históricamente a Estados Unidos. Sobre todo con gobiernos débiles o sumisos que “colaboran” gentilmente con todo lo que pide el país del Tío Sam. Pero su política fracasa constantemente cuando enfrenta a gobiernos y pueblos que no son complacientes con los designios norteamericanos. De ello Cuba tiene varias historias que contar.
Recientemente el gobierno de #DonaldTrump amenazó con endurecer las sanciones contra la isla caribeña si esta seguía colaborando militarmente con el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela. En una demostración clara de la injerencia en la política, no sólo interna, sino externa de dos naciones independientes. El gobierno cubano negó la presencia de funcionarios de su país en territorio venezolano y pidió a la comunidad internacional «detener la peligrosa escalada agresiva y preservar la paz».
Luego de la amenaza, y como si se tratara de una recompensa en el viejo oeste, Trump lanzó una oferta al gobierno de La Habana. «Con los pasos correctos, a Cuba le podría ir muy bien, podríamos hacer una apertura», dijo en una entrevista televisiva el mandatario norteamericano, en referencia a la voluntad de acercarse a Cuba si deja de prestar apoyo a Venezuela.
En la misma entrevista, el inquilino de la Casa Blanca también chantajeó al pueblo y militares venezolanos, a quienes pidió retirar el apoyo a Maduro para que puedan contar con el respaldo de Estados Unidos. «Podríamos ayudarlos un poco o quizás mucho«, dijo el gobernante estadounidense.
Ante las amenazas de Trump contra La Habana, la alta representante de Exteriores de la Unión Europea, Federica Mogherini, dijo que esa instancia tomará medidas contra Estados Unidos de aplicar las sanciones contra sus intereses en Cuba. “La aplicación extraterritorial de medidas restrictivas unilaterales es contraria al derecho internacional», dijo la funcionaria, quien parece olvidar que lo mismo está sucediendo en el caso venezolano.
RB