Un informe divulgado por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (Ibge) de Brasil asegura que el Producto Interno Bruto (PIB) se contrajo 0.2 por ciento durante el primer trimestre de 2019, respecto a las cifras presentadas por el Gobierno a finales de 2018.
La cifra coloca al país latinoamericano al borde de la llamada recesión técnica, un término que en Brasil significa que se han obtenido resultados negativos, respecto al PIB, por un periodo de dos trimestres consecutivos.
La nación más grande de América Latina, en lo que respecta a territorio, había atravesado dos años de recesión que se mantuvieron hasta finales de 2016. este resultado negativo habla directamente de la situación de sectores como el industrial y el agropecuario que se han contraído 0.7% y 0.5%, respectivamente.
Lo mismo ha ocurrido con las industrias básicas (-6,3%), en buena medida por el accidente en la represa de la minera Vale en Brumadinho (ubicada al sureste de Brasil) el pasado 25 de enero, en el que murieron casi 300 personas. Esta compañía es una de las mayores exportadoras del país.
Otro factor que influye en este escenario es el inconveniente que ha tenido el Gobierno de Jair Bolsonaro para convencer al Congreso de que apruebe la reforma del sistema de pensiones, su principal bandera económica. Igualmente, actúa de forma negativa el severo ajuste fiscal, que inhibe uno de los motores en los que descansa toda economía y que frena las inversiones públicas.
Otras señales que alarman a los analistas es la caída en 1.7 por ciento de las inversiones de las empresas, un rubro en el que se incluyen las compras de maquinaria y los proyectos de expansión. Con este resultado, ya se acumulan seis meses consecutivos con la inversión privada a la baja.
Sin embargo, la mayor preocupación de este escenario es el desempleo que ya alcanza a más de 13 millones de personas. Ante esta situación, Bolsonaro continúa culpando al Congreso y alimentando un clima de polarización que en nada favorece la recuperación de la economía.
ARG