En la Fiesta de Nuestro Señor Jesús del Gran Poder, lo católico se mezcla con lo pagano, lo occidental con lo indígena, el rico con el pobre, el indio con el blanco, en un sincretismo colorido que atrae a miles de turistas de todas partes del mundo, por lo que el gobierno del presidente Evo Morales, desde inicios del mes de junio, anunció las gestiones para presentar la postulación ante la UNESCO para que la Fiesta del Gran Poder sea declarada Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Humanidad. Tal como destacó el líder indígena: “Debe ser Patrimonio de la Humanidad, una propuesta que todos debemos apoyar para que sea una realidad”.
Esta fiesta que representa la tradición religiosa y cultural más importante de la capital boliviana, reúne a más de 30.000 bailarines junto a miles de fieles y devotos que asisten desde todas las regiones del país, a venerar a la imagen de Cristo. La Fiesta cuenta con 69 fraternidades quienes ofrecen bailes y cantos, con atuendos finamente elaborados para la “Morenada”, el corazón de la Fiesta, en la que figuran personajes como el Achachi (viejo sabio indígena); el Caporal que representa al capataz que comanda la procesión con un látigo; la China Morena que baila con traje corto representando la juventud y la sensualidad, la Chola Antigua que alude a la mujer de clase alta que viste de dama antañona; El Moreno: la figura central y de más prestigio, simboliza la virilidad y la fuerza, es por lo general el más diestro del baile; el Rey Moreno que lleva la corona, el cetro y la capa como investidura del máximo poder; por último las Cholas Morenas sobre quienes recae la sensualidad y belleza de la danza.
Existen varias versiones del origen de la Fiesta de Nuestro Señor Jesús del Gran Poder celebrada en la ciudad de La Paz, Bolivia; por un lado destaca una historia que se remonta a la fundación del Convento de las Madres Concepcionistas durante la época colonial, en donde era obligatorio que las mujeres que aspiraban a aceptar los hábitos debían llevar la imagen de algún santo o de Cristo en calidad de dote, para así reverenciar estos iconos en sus respectivas celdas. Una de ellas, Genoveva Carrión, llevó consigo un cuadro donde se veía el rostro de Jesús triplicado, al morir su dueña la imagen pasó de monja en monja y fue creciendo la leyenda de los milagros que el Cristo hacía, con lo cual pasó a establecerse un culto popular. Se decía que rezando a la cara derecha los devotos pedían castigo a sus enemigos, a la cara izquierda se pedían favores a familiares y amigos, y a la central se pedía el cumplimiento de deseos personales. Con el pasar de los años el cuadro fue retocado conservando una sola cara.
La otra versión de la historia de la devoción al Señor de Gran Poder tiene como origen la ciudad de Sucre, en la Edad Media donde apareció una estatua de un Cristo en la Cruz en una casona llamada Gran Poder.
Lea también: ¿Cuál es la biblioteca más grande del mundo?