Japón reactivó la cacería comercial de ballenas, luego de tres décadas de prohibición, lo que ha provocado la reacción adversa de las organizaciones protectoras de animales.
La decisión ha desatado la condena mundial y el temor por el futuro de estos mamíferos. Cinco pequeños barcos zarparon este lunes en la primera cacería comercial en 30 años.
El Gobierno japones dijo que pocas especies están en peligro, y confirmó en diciembre de que abandonaba la Comisión Ballenera Internacional (CBI) para reanudar la caza. Con ello culminan años de solicitudes por parte de partidarios de la industria y el primer ministro, Shinzo Abe, cuya circunscripción electoral incluye a una ciudad que desde hace mucho tiempo se dedica a ello.
Sachiko Sakai, un taxista consultado por la agencia Reuters, en Kushiro, declaró que: “Si tuviéramos más ballenas disponibles, las comeríamos más”, en la ciudad portuaria en la zona más septentrional de la isla principal de Hokkaido, donde los barcos balleneros fueron despedidos del puerto en una breve ceremonia.
Sakai, añadió que “es parte de la cultura alimenticia de Japón (…) el mundo se opone a matar ballenas, pero se puede decir lo mismo de muchos de los animales criados en tierra y matados para comer”, sentenció.
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