Se llamaba Alexa…
Tenía 28 años y deambulaba por las calles de la Zona Metro de San Juan lo que le valió el apodo de “El Caminante”. Hacía como un año que había abandonado la casa familiar, cansada de los abusos físicos y sexuales de los que había sido víctima desde que tenía memoria, por lo que dormía en tiendas de campaña improvisadas en zonas boscosas cuando la agarraba la noche.
Era tímida y asustadiza. Caminaba con un espejo retrovisor en la mano para ver si alguien la seguía con la intención de lastimarla y así poder huir. En una sociedad llena de prejuicios tener problemas mentales, vivir en situación de calle, ser negra y transexual la convertía en “presa fácil” del odio de quienes consideran que las personas como ella violan las Leyes de Dios, son un «peligro potencial» y que – de paso – “afean las calles”.

Esa era su visión del mundo ¿Acaso su familia no la maltrataba al no entender que era una niña que nació en un cuerpo equivocado? ¿Acaso no la habían encerrado en la casa para ocultarle al mundo su vergüenza? En este escenario, sólo podía esperar de los demás que la llamaran “loco”. “pato”, y le gritaran “vamos a meterte palo”. Por eso escapaba de todo y de todos permanentemente.
Existen los buenos samaritanos y de vez en cuando Alexa se dejaba ayudar. En noviembre pasado Nandy Torres la encontró por Fajardo y le dio de comer. Le compró ropa y la llevó a un lugar donde pudo asearse. Ella le contó que sufría de depresión y de los abusos físicos y sexuales que había padecido por parte de quienes debieron protegerla desde niña. Él le ofreció internarla en una clínica para que la trataran y le dieran cobijo. Cuatro días más tarde ella huyó del lugar. Su espíritu libre ya tenía bastante con estar encerrado en un cuerpo que no le correspondía.
El incidente en McDonalds
El 25 de febrero Alexa fue a un McDonalds ubicado en la población de Toa Baja. Llevaba su inseparable maya en la cabeza oculta por una toalla. Con el retrovisor en la mano entró al baño que pensó que le correspondía: el de Damas.
Una mujer que estaba allí pensó que el espejo era para meterlo por debajo de la puerta de los cubículos y ver las partes íntimas de las usuarias. Armó un escándalo en el restaurante por lo que retuvieron a Alexa y llamaron a la policía. Los agentes conversaron con ella y al comprobar su inocencia la dejaron ir.
Las redes sociales dictaron la sentencia
Los presentes en el local de comida rápida en vez de asumir que era una mujer transexual con problemas mentales, denunciaron en las redes sociales que había un hombre disfrazado de mujer en el baño de mujeres y que representaba un riesgo para las que estaban allí. La información se esparció como la pólvora en las redes sociales y se desató el odio: comenzó a circular una foto de Alexa en el restaurante y también un llamado a que se hiciera algo contra ella».
Esa noche tres adolescentes la vieron en la tienda de campaña donde vivía y comenzaron a grabar con sus celulares. Lo último que escuchó Alexa fue “Allí está la loca” “No…el loco”, “Pato”, “Te vamos a meter palo”…Disparos… Silencio.
Se sacuden las conciencias
El asesinato de Alexa despertó una ola inusitada de rechazo en la isla caribeña e incluso el gobierno reaccionó para condenar lo sucedido y pedir que se investigue como un «crimen de odio» y un acto de «violencia contra la mujer». La gobernadora Wanda Vásquez dijo al respecto:
«Todo apunta a que es un crimen de odio y así mismo se va a tratar, con esa rigurosidad para que esas personas que permitieron este cruel asesinato de la manera que todo Puerto Rico lo vio, que respondan»
Organizaciones feministas convocaron a una concentración en memoria de Alexa y la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulin, ordenó que las banderas en la capital se ondearan a media asta en señal de duelo:
«En el municipio de San Juan hemos ordenado bajar las banderas a media asta en todas nuestras dependencias para honrar la memoria de Alexa, denunciar la transfobia y exigir que se haga justicia en este terrible crimen de odio»

El transfeminicidio en el continente
El registro Trans Murder Monitoring (Observatorio de Personas Trans Asesinadas) ha documentado que, en los últimos once años, 2 mil 608 personas trans han sido asesinadas en América Latina. Brasil y México son los que presentan mayor número de trasfeminicidios.
En el caso de Venezuela, no existen cifras oficiales de cuantas personas trans han sido asesinadas. No obstante, la organización Acción Ciudadana contra el Sida ha realizado varias investigaciones hemerográficas sobre los crímenes de odio cometidos contra personas lesbianas, gays y trans. Entre 2009 y 2016 ACCSI reportó un total de 93 asesinatos, la mayoría de las víctimas fueron mujeres trans.
A esta situación se suma la no existencia de los crímenes de odio en la legislación venezolana. Amnistía Internacional ha manifestado al Estado venezolano la necesidad de tipificar los asesinatos contra las personas LGBTI como crímenes de odio:
“Esta ausencia en la legislación en sí ya constituye una violación de derechos humanos. ¿Cómo elaborar políticas públicas de protección a un grupo minoritario que ni siquiera aparece en las estadísticas o datos oficiales?”
Las personas trans comúnmente experimentan rechazo y violencia desde la infancia. El no reconocimiento legal de la identidad de género, la discriminación y exclusión en la familia, los servicios de salud, la educación, y el trabajo conforman un engranaje de violencias que marcan sus vidas y las colocan en posiciones de vulnerabilidad. La historia de Alexa nos arroja esta realidad a la cara ¿Seguiremos mirando para otro lado?
Enza García Margarit/VTactual.com
“Gay Panic”: el atenuante legal para los crímenes de odio contra la comunidad GLBT+