Jean-Claude Juncker presidente de la Comisión Europea, centra en la inmigración y en la condena del nacionalismo su último discurso del estado de la unión, cuando solo le quedan doce meses en su cargo, un tiempo que espera aún aprovechar con innumerables frentes abiertos.
Durante su discurso, Juncker ha propuesto crear una verdadera guardia fronteriza y costera europea que proteja las fronteras exteriores de la Unión Europea. 10.000 efectivos para 2020 que se coordinarían con los agentes nacionales y que contaría con un presupuesto, financiado con fondos europeos.

Esta propuesta nace de la doble convicción que los países expuestos en primera línea de la presión migratoria -Grecia, Italia y España– no pueden lidiar ya más en solitario con un problema que es europeo y de que una política migratoria común. «Ningún imperio sobrevivió sin proteger sus fronteras», afirmó Juncker.

De igual manera el presidente propone reforzar las normas europeas que regulan las condiciones en las que pueden ser devueltos los migrantes irregulares. «Hay que acelerar los retornos», ha dicho.
La idea está en línea con las demandas de los países que abogan por aplicar mano dura con la inmigración, pero también con aquellos que piden una mejor gestión de la migración, para garantizar un mayor control en los accesos y evitar que las capitales se vean tentadas a cerrar sus fronteras dentro de la UE, como ya ha sucedido a raíz de la crisis de refugiados desde 2015.
OSM