Todo comenzó con una prueba de amor. Al menos eso cuenta la leyenda. Un amor que no contaba con el visto bueno del Dios Makunaima, del pueblo Pemón, que condenó la unión de un joven del pueblo de Taurepan (en la actual frontera entre Venezuela y Brasil) con la más hermosa de las mujeres de la comunidad Macuxi (hoy en zona brasilera).
El castigo, que se hizo efectivo al negarse la pareja a someterse a los designios de Makunaima, consistió en una paradoja propia del caso: los infractores tendrían que pasar el resto de la eternidad abrazados, aunque también lo tendrían que pasar convertidos en piedra, los dos grandes monumentos que hoy conocemos como la abuela y el abuelo Kueka.
Pero ese abuelo, que para entonces era el joven enamorado y maldito por el Dios Makunaima, lleva 20 años solo, separado de la abuela por la avaricia de saqueo cultural de un escultor alemán que, apoyado en gestiones del último gobierno antes de la llegada de Hugo Chávez, con el presidente Rafael Caldera, aprovechó para despojar al pueblo Pemón de uno de sus ancestros.
Un acuerdo firmado con el entonces ministro de Ambiente, Héctor Hernández Mujica, fue el documento en que se basó Wolfgang Kraker von Schwarzenfeld, para llevarse a su país (Alemania) el elemento sagrado de los pemones, entregado por el viejo gobierno venezolano como una “donación” que pretendía “unir” culturalmente a ambas naciones. Poco antes, en 1994, la Unesco reconocía al monumento como Patrimonio Natural de la Humanidad.
Desde entonces, el pueblo pemón ha luchado por el retorno de su abuela. En el propio 1998, protestando en las vías de la Gran Sabana (zona sureste de Venezuela, a la que pertenece la población originaria y sus monumentos) impidieron durante dos meses que se efectuara el traslado, aunque finalmente se impuso el poder del Estado.
«En 1998, un supuesto científico alemán secuestró a nuestra Abuela Kueka, sin el consentimiento del pueblo y las comunidades que ahí habitamos», aseguró Melchor Flores, miembro del pueblo originario pemón.
Una vez en suelo alemán, la Kueka fue ultrajada (pulida y tallada) y puesta en exhibición como parte del Global Stone, un grupo de piedras arqueológicas que se encuentra en Berlín, en el parque Tiegarten.
Si bien las autoridades alemanas han sido enfáticas en el hecho de que no hubo intención de robo de su parte, al llegar al acuerdo a finales de los años ’90, la no aprobación del pueblo que ha habitado la zona desde tiempos muy lejanos, para la cual el monumento natural tiene un significado sagrado, ha hecho que los europeos accedan a la demanda venezolana de repatriar a la abuela Kueka.
Sin ella, aseguran los pemones de la zona, el equilibrio y la tranquilidad natural fueron rotos. Culpan a la extracción de su ancestro, por ejemplo, el deslave que ocurrió al año siguiente, 1999, en la zona costera central del país conocida como La Guaira, estado Vargas, donde cientos de personas perdieron la vida y hubo daños incontables en infraestructura que, al día de hoy, todavía mantienen su huella en los locales.
Desde la llegada de Hugo Chávez al poder, las autoridades venezolanas han buscado resarcir el daño causado a la comunidad ancestral del lugar, por el gobierno anterior que asumió como su propiedad un bien común de una cultura que trasciende, y por mucho, a los mismos tiempos de la instauración de la República.
Fue así que el Estado venezolano, encabezado ya por el líder de la Revolución Bolivariana, Hugo Chávez, comenzó gestiones para la devolución de la abuela a su hogar, junto al abuelo, y cuidando de su pueblo. Los esfuerzos comenzaron en el año 2000, cuando a través del Instituto de Patrimonio Cultural (IPC) y la Cancillería, se comenzó a tramitar el reclamo de un Bien de Interés Cultural para el pueblo, tanto Pemón como venezolano, que desde 2010 se convirtió en una demanda oficial.
No fue sino hasta este 2018 que las demandas pemones fueron escuchadas en territorio alemán, a raíz de una reunión sobre patrimonio en la Unesco, donde la delegación venezolana abordó el tema. Este intercambio dio pie incluso al envío de un grupo de los originarios a Alemania, al mismo lugar donde hasta reposa todavía su abuela Kueka, a quien ofrendaron un ritual de purificación, para restaurarla espiritualmente previo al retorno.
Ese mismo adelantó que lograra el viceministro venezolano para Europa, Yván Gil, se daría en un lapso no mayor a los 45 días, contando los trámites y la permisología para que las alrededor de 30 toneladas de peso de la piedra sean embarcados en el puerto de Hamburgo para su devolución.
“La encontramos enferma”
“La encontramos enferma. Las abuelas en sus sueños, en sus visiones, la han visto llorando porque extraña estar en su madre tierra, Venezuela”, ha dicho una de las pemones que acudió en la búsqueda de su abuela, que lleva dos décadas separada por más de 8 mil kilómetros de su compañero, de sus hijos y nietos.
Todo comenzó como una historia de amor, cuenta la leyenda. Y todo termina siendo una historia de amor: los indígenas llevan los mismos 20 años extrañando a su abuela, lamentando su rapto.
“Despierten, no dejen que se lleven lo más importante que tienen en sus tierras. Venezuela se respeta, la Gran Sabana se respeta, los pemones se respetan. La abuela Kueka se respeta”, continúa la pemón desde Alemania, con un mensaje fuerte y claro al mundo entero: las tradiciones se respetan.
JI