El gobierno del primer mandatario norteamericano ordenó este viernes la remoción de más del 50% de su personal de su embajada en Cuba. El retiro tendría como razón el supuesto y misterioso «ataque acústico» contra la delegación que según informaron dejó a varios empleados con daño cerebral permanente.
A pesar de la disposición cubana de, incluso, permitir la entrada del FBI a la isla para la investigación del caso, el Departamento de Estado ha hecho caso omiso y ha declarado que el gobierno de Raúl Castro no está en la condición de «garantizar» la seguridad de su cuerpo diplomático en el país.
El jefe de la diplomacia estadounidense incluso estaba considerando el cierre total de la embajada, dando un golpe rotundo a la apertura diplomática bilateral tras décadas del congelamiento de las relaciones entre las dos naciones.
Cuando se investigó y revisó las viviendas de los diplomáticos estadounidenses en la isla la inteligencia norteamericana no fue capaz de detectar alguna irregularidad, y la inspección de cámaras no reveló nada sospechoso, lo que podría sacar a Cuba de la lista de sospechosos.
Esta medida incluso ha suspendido de manera indefinida la emisión de visas a la población cubana, lo que ha generado un nuevo tema sobre la mesa acerca de estás acciones y su verdadera autenticidad. Según algunos medios locales se ha señalado que quizá sólo se trate de una nueva maniobra para acusar a Cuba de estos hechos y romper nuevamente las relaciones con la isla del Caribe.
KH