Durante décadas, las grandes potencias de Occidente con EE.UU. a la cabeza, ejercieron su dominio mundial sin pensar en una estrategia que diera cierto grado de desarrollo a los países que explotaban.
Pero todo cambió cuando en 2013, China anunció su iniciativa «Franja y Ruta», un proyecto bandera de la presidencia de Xi Jiping y que consiste en la creación de una franja de corredores terrestres y una ruta de navegación entre países para el uso comercial, que recorren Asia, África, Europa Occidental y, como una «extensión natural», América Latina.
En palabras del propio Xi, los países de América Latina «forman parte de la extensión natural de la ruta de la seda marítima y son participantes indispensables de la cooperación internacional del proyecto Cinturón y Ruta».
La Ruta de la Seda incluye además, como uno de los principios más importantes del mega proyecto, la construcción de una infraestructura interconectada, que de materializarse, convertiría a estos aliados en una de las zonas comerciales más importantes del globo.
Significarían más de 70 países (de 194 reconocidos por las Naciones unidas, es decir, más o menos un 36%) unidos no sólo por el financiamiento de China, sino por lazos políticos y comerciales, algo que pudiera poner en jaque la hegemonía de Estados Unidos en lo que considera su «patio trasero».
Y en América Latina es dónde quizás EE.UU. vio su más grande amenaza. Además de la alianza con Venezuela, que inició varios años antes, Panamá, uno de los países que Washington ha mantenido bajo su «tutela», fue el primero en firmar un memorando de entendimiento en el marco de Franja y Ruta, para impulsar conjuntamente la construcción de una línea férrea, escapándosele así de las manos a sus antiguos invasores.
Después de este paso de Panamá, uno de los países de América con mayor índice de pobreza, sobre todo de las comunidades indígenas, se unieron luego Chile, Uruguay, Costa Rica y Trinidad y Tobago, según reseña la agencia china de noticias Xinhua.
Incluso un país tan económicamente modesto como Bolivia, durante la presidencia del derrocado presidente Evo Morales, firmó varios acuerdos que implicaban el uso de uno de los recursos minerales más importantes del Estado Plurinacional: sus extensos salares, capaces de producir cantidades industriales de litio y, por lo tanto energía limpia.
«En tan solo un año y poco, casi la mitad de los países de la región han suscrito con China el memorándum de entendimiento para impulsar conjuntamente la construcción de la Franja y la Ruta, lo que refleja su gran entusiasmo por participar en esta propuesta global, y que las relaciones chino-latinoamericanas están entrando en una nueva etapa de desarrollo en términos de la interconexión y el acoplamiento de estrategias de desarrollo», señaló en 2018 Yang Shouguo, director del Instituto de Estudios de América Latina de la Academia de Relaciones Internacionales Modernas de China.
Recelos de occidente
Pero para algunos críticos pro occidentales, lo que busca China es abrirle paso a sus empresas transnacionales en el mundo, y los políticos y expolíticos sacan a la luz sus teorías conspirativas en contra de Pekín.
En un artículo publicado por la cadena británica BBC Mundo en agosto de 2018, el exembajador de México en China, Jorge Guajardo, asegura que Franja y Ruta busca a países que no tengan acceso al sistema de financiamiento tradicional, llámese Fondo Monetario Internacional (FMI), Banco Mundial (BM) y otros instrumentos del sistema financiero imperante, lo cual, a su juicio es una trampa «engañabobos» para «colocar la sobrecapacidad instalada china, ya sea en acero, cemento» y otros rubros.
«China busca países más que todo que no tienen acceso a los mercados financieros internacionales (…) Entonces llegan y les venden un financiamiento que es caro, pero sí efectivamente va atado a infraestructuras con ingeniería china, material chino, mano de obra china, que ellos venden como para desarrollar al país».
Pese a sus críticas, Guajardo no explica por qué estos países no tienen acceso a los créditos internacionales y deben recurrir a China, que sí está dispuesta invertir en ellos.
Coronavirus, China y Occidente
Desde que estalló la pandemia del coronavirus a finales de 2019 en China, el papel de este gigante asiático ha pasado a ser, primero de muro de contención contra este nuevo virus, y después como una especie de «salvador» y surtidor de todo tipo de ayuda médica.
Y parte de los beneficiados por esta ayuda, han sido sus socios comerciales dentro y fuera de la Franja y Ruta, como Venezuela.
Pero además, y pese a haber protagonizado una guerra comercial sin precedentes con EE.UU. iniciada por el mega proyecto del 5G, EE.UU. el primer país con más infectados del mundo y cuya curva de fallecidos crece exponencialmente cada día, ha recibido la asistencia de China, con el envío de respiradores, mascarillas y otros implementos indispensables para combatir la enfermedad.
Además fueron los científicos chinos los que descubrieron la secuencia de ADN del virus y desarrollaron los primeros «test rápidos» para la detección de los enfermos, que ya sobrepasan el millón en todo el mundo.
Cuando todo pase, quizás el mundo «desarrollado» tendrá mucho que deberle a China y su posición en el mundo podría cambiar.
Maya Monasterios Vitols/VTactual.com