“Divide y vencerás…” Es una máxima de los grandes estrategas de la guerra y atribuida al emperador Julio César que nunca antes tuvo tanto sentido como en el conflicto de Los Balcanes en ese intento de las potencias alineadas con Estados Unidos y la Otan por desmembrar uno de los últimos bastiones de la URRSS (Unión de Repúblicas Socialistas) en la década de los ‘90 luego de la caída del Muro de Berlín: la Yugoslavia que tanto le costó estabilizar al “Mariscal Tito” (Josip Broz).
Pero más que ahondar en el tema, ubiquémonos en el contexto de un conjunto de países que comparten más que un territorio, con sus fronteras imaginarias, y transversalizan un cúmulo de elementos compartidos y resumidos en historia, culturas, idiomas, etnias y religiones, entre otros aspectos que pudiesen intentar simplificar la complejidad y diversidad que caracteriza a los pueblos habitantes de esta importante y estratégica región de Europa del este.
Muchas han sido las mentiras y manipulaciones internas y externas a las cuales fueron sometidas estas soberanas naciones alguna vez agrupadas en la socialista federación yugoslava: Serbia, Bosnia y Herzegovina, Croacia, Eslovenia, Montenegro y Macedonia por parte de los “Mass Media” (medios de comunicación) para alinearse con los intereses foráneos (Alemania, Estados Unidos y hasta el Fondo Monetario Internacional) en nombre de una limpieza étnica y guerra civil fratricida.
“Los propios yugoslavos definen a su país como si contaran las piezas de un mosaico: seis repúblicas, cinco naciones, cuatro culturas, tres lenguas, dos alfabetos, un Estado. Eventualmente podría alargarse la cuenta y citar además siete religiones, ocho raíces culturales, nueve catástrofes nacionales, diez influencias exteriores”, Léon Thoorens, «La península balcánica, eterno problema», en Panorama de las literaturas Daimon. Rusia. Europa oriental y del norte. VII. Madrid / México, Ediciones Daimon, 1969, p.248.
El antecedente:
No es en 1991 con las secesiones eslovenas y croatas que comienza la guerra de los países balcánicos, sino tras la desaparición física del Mariscal Josip “Tito” Broz en 1980 con la crisis económica propia de la inestabilidad política, sumado al ascenso de los partidos nacionalistas al poder en Serbia, comienza a gestarse el escenario nacional e internacional para una serie de incursiones militares y paramilitares en las naciones integrantes de la República Federativa Socialista de Yugoslavia.
Ya para finales de los años ’70 (1979), BND (Bundesnachrichtendienst, agencia de inteligencia alemana) infiltra en Zagreb (capital croata) a sus agentes con la misión de apoyar al separatista y racista Franjo Tudjman, quien propagaba el odio étnico y predicaba la fragmentación de Yugoslavia, con el financiamiento y equipamiento armamentista antes del inicio de la guerra. Así como el favorecimiento por parte de Alemania al nacionalista musulmán Alija Izetbegovic en Bosnia (colaborador de Hitler en su juventud), que evidentemente provocaría el pánico entre los serbios que vivían en Croacia y en Bosnia.
Pero, ¿cuál era el objetivo? Las posibles respuestas a esta interrogante las da el escritor y periodista belga Michel Collon en sus trabajos sobre las mentiras de los medios y la conquista de Kosovo:
…Berlín nunca ha admitido la existencia del Estado unitario yugoslavo que se le había resistido valientemente durante las dos guerras mundiales. Al volver a resquebrajar Yugoslavia en mini – estados fáciles de someter, Alemania pretende controlar los Balcanes. Una zona económica para anexionarse, implantar allí sus empresas, exportar sus productos y dominar el mercado. Una ruta estratégica hacia Oriente Medio, el Cáucaso, el petróleo y el gas. En 1992, el ministro bávaro del Interior declara: «Helmut Kohl ha conseguido lo que no obtuvieron ni el Emperador Guillermo ni Hitler»…
…Al inicio de la cumbre de Maastricht, en 1991, el canciller alemán Kohl es el único que quiere fragmentar Yugoslavia y reconocer precipitadamente las «independencias» de Eslovenia y Croacia, despreciando el derecho internacional y la Constitución yugoslava, pero el ascenso de la potencia alemana impondrá a todos sus socios esta locura. París y Londres se alinean [con esta postura.]…
…Únicamente la Yugoslavia de Tito había podido devolver la paz, la igualdad, la coexistencia. Pero Berlín, y después Washington, querían quebrar a toda costa a este país «demasiado a la izquierda»…
Es entre 1992 y 1995, con las confrontaciones entre las fuerzas bosnias y croatas, que entra en juego la ONU e interviene, desencadenando en que ambas naciones acordaran conformar una nueva federación, cuando por medio del envío de la “ayuda humanitaria” con sus famosos “cascos azules”, las Fuerzas de Protección de la ONU (UNPROFOR, por sus siglas en inglés), que contó con la participación de más de 45 mil soldados de tropas terrestres provenientes de 35 países, entre ellos un gran contingente español, para tratar de poner fin a este cruento conflicto.
Así, con la creación, entre 1993 y 1994, de las zonas seguras o de exclusión aérea aprobadas por el Consejo de Seguridad de la ONU, que se facilitó la incursión y los bombardeos ilegales de las fuerzas de la Otan (hechas a la medida de los intereses de Estados Unidos y la Unión Europea), que terminó con la supuesta masacre de Srebrenica, con el presunto objetivo de frenar los enfrentamientos entre croatas, serbios y bosnios, intervención que desde entonces no paró, que implicó hasta el uso de bombas con uranio empobrecido en zonas civiles de Sarajevo.
Todo lo contrario, entre marzo y junio de 1999, la Otan efectuó indiscriminados ataques aéreos, destruyó la infraestructura de Serbia y causó la muerte a más de 3 mil personas. Mientras las fuerzas militares atlánticas asfixiaban a Belgrado; la guerrilla kosovar culminaba su campaña de terror, a pesar de lo que informaban los medios. Ellos sí aplicaban las políticas de tierra arrasada contra los civiles, como lo afirma un trabajo realizado por el periodista venezolano Chevige González y publicado para Telesur en 2011:
“Ninguna zona de exclusión aérea aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU ha finalizado sin el despliegue de tropas terrestres en el país agredido (…) Sucedió en Irak, sucedió en la antigua Yugoslavia. Las mismas potencias que se encomendaban a la “protección” de la población civil y a la defensa de la paz mundial coronaron con horribles masacres su actuación (…) Desde el inicio de la zona de exclusión aérea hasta nuestros días, la antigua República Federal de Yugoslavia fue separada en 7 nuevos países. Incluso, Serbia fue vuelta a picar para crear Kosovo. Todo a la medida de Estados Unidos y las potencias europeas”.
Las cifras tanto extraoficiales y oficiales de las muertes que han acarreado estas guerras fratricidas han sido muy tergiversadas según las fuentes, lo cierto es que superan con creces las 40 mil el número de fallecidos y algunos afirman que sobrepasan las 100 mil víctimas, entre un lado u otro, sin discriminar “buenos o malos”, “agresores o agredidos”, “limpiezas étnicas” y hasta “campos de concentración”, “musulmanes u ortodoxos”, todas y todos afectados por un mismo plan que se asemeja mucho a los formatos utilizados más recientemente en países como Irak y Libia, donde también se ha propuesto la división territorial.
A todas luces, como lo afirma Collon en sus extensos y polémicos trabajos, ¿cuál ha sido el rol de EEUU en todo este entramado?
“…Lord Owen, enviado especial de la Unión Europea en Bosnia, por tanto observador privilegiado, escribió en sus Memorias: «Respeto mucho a Estados Unidos. Pero, durante estos últimos años (92-95), la diplomacia de este país es culpable de haber prolongado inútilmente la guerra en Bosnia.»
¿Cuál es su objetivo? Como los alemanes estaban ocupados en tomar el control de Eslovenia, de Croacia y pronto de Bosnia, entonces Washington presionó a Izetbegovic, el dirigente nacionalista musulmán de Sarajevo: «No firmes ningún acuerdo de paz propuesto por los europeos. Haremos que ganes la guerra sobre el terreno». De esta manera, Washington prolongó durante dos años los terribles sufrimientos infligidos a toda la población de Bosnia.
¿Cuáles eran los motivos?
1. Despojar a Berlín de sus posiciones adquiridas en la región estratégica de Los Balcanes.
2. Dividir y debilitar a la Unión Europea.
3. Instaurar a la Otan como gendarme del continente europeo.
4. Quitar a Rusia cualquier acceso al Mediterráneo.
5. Imponer su liderazgo político y militar para las demás guerras en preparación.
Porque al mismo tiempo, la guerra contra Yugoslavia también era una guerra larvada contra Europa. Tras la caída del Muro, los estrategas de Estados Unidos querían impedir a cualquier precio que emergiera una superpotencia europea. Por eso se ha hecho lo imposible para debilitarla política y militarmente…”
Ahora, ¿qué relación guarda este tipo de conflictos al otro lado del mundo con la situación actual en el continente americano, más específicamente en Suramérica?
Pues, en estos tiempos, cuando la correlación de las fuerzas progresistas se ha reconfigurado con el ascenso de gobiernos derechistas como el de facto Michell Temer en Brasil, Mauricio Macri en Argentina, y que buscan la desintegración del bloque latinoamericano constituido aún por Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Uruguay, Venezuela y demás países de El Caribe con los alcances logrados por la ALBA, Celac y Unasur, apoyados en los más ultra derechistas factores instaurados en el hemisferio como en Chile, Paraguay, así como la combinación con el llamado eje de la conspiración mediática: Miami (JJ Rendón) – Colombia (Álvaro Uribe Vélez) – España (Mariano Rajoy), se hace cada vez más evidente el carácter mercenario en la política de estos personajes asociados con los dirigentes de los partidos políticos venezolanos como Primero Justicia y Voluntad Popular para la desestabilización de las naciones soberanas.
Panorama que se ve más peligroso aún con el apoyo y los constantes ataques desde órganos que deberían ser multilaterales como la Organización de Estados Americanos (OEA) que resultan ser unilaterales con actitudes claramente injerencistas por medio de sus secretario general, Luis Almagro, que precisamente se alinean con el discurso y el hostigamiento por parte de los EEUU a través de sus diferentes vocerías pasando por el Departamento de Estado norteamericano y llegando hasta sus “perros de guerra” desde el Comando Sur que ven en Venezuela una “amenaza extraordinaria” para la región que no sirve a los intereses imperiales y hegemónicos gringos.
LM