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Siria: de «terroristas» a «rebeldes»

Entre la desinformación y la manipulación

Las redes sociales y los medios de comunicación nos bombardean con noticias a cada instante. Nos hacen creer que estamos informados, que entendemos el mundo. Pero, ¿realmente lo hacemos? Yo, Frank Castellanos, he llegado a una conclusión: no creo en los medios, ni tradicionales ni digitales. No es una postura cínica, sino el resultado de haber visto de cerca cómo la información se moldea, se tergiversa y se presenta para servir intereses específicos.

El problema no es solo la desinformación, sino la manipulación selectiva. Se nos dice qué es importante y qué no, qué merece nuestra empatía y qué debe pasar desapercibido. Siria es un ejemplo brutal de esto.


La narrativa de la conveniencia con rebeldes

Las imágenes que llegan desde Siria son devastadoras. La violencia se ha recrudecido en Baniyas y Latakia, donde cientos de civiles han sido asesinados en ejecuciones sumarias. Las calles son testigos de una «limpieza sectaria» que no distingue entre niños o ancianos. Pero lo que más llama la atención no es solo la brutalidad de los hechos, sino cómo se nos está contando esta historia.

Antes, los grupos armados que se oponían a Bashar al-Assad eran catalogados como «terroristas». Hoy, los mismos grupos han sido rebautizados como «rebeldes» por los medios occidentales. La razón es simple: ya no se trata de combatir el terrorismo, sino de justificar el derrocamiento de un líder incómodo para ciertos intereses internacionales. La misma violencia, la misma estrategia, pero una narrativa completamente diferente.

La cobertura mediática nos obliga a preguntarnos: ¿qué hace que un grupo armado sea llamado «rebelde» en lugar de «terrorista»? La respuesta no está en los hechos, sino en quién cuenta la historia y qué quiere que creamos. Hoy, Al Mayadeen informa de masacres contra la comunidad alawita en Siria, y el Observatorio Sirio de Derechos Humanos reporta más de mil civiles asesinados. Pero la indignación global no llega con la misma fuerza que en otros conflictos. ¿Por qué? Porque no es una narrativa conveniente para quienes controlan la información.

La guerra en Siria – incluso en pleno Ramadán – es un recordatorio brutal de cómo los medios pueden moldear nuestra percepción del mundo. No se trata de negar los hechos, sino de comprender que la forma en que nos los presentan está cargada de intención. La información es poder, y quienes la controlan deciden qué merece ser contado y cómo.

Mientras tanto, las calles de Siria siguen llenándose de sangre y las víctimas continúan pidiendo auxilio. Pero, ¿estamos realmente escuchando, o solo oímos lo que nos quieren contar?

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