Desde la llegada del comandantae Hugo Chávez a la Presidencia de Venezuela, desde Estados Unidos se han hecho grandes esfuerzos por acabar con el proyecto antiimperialista que encarna la Revolución Bolivariana, así como los avances que ha generado en el continente y en el mercado petrolero, que ha favorecido a los productores a través de acuerdos en el seno de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y los no OPEP.
Entre otras iniciativas, la nacionalización definitiva de la industria petrolera venezolana generó alarmas en EEUU, cuyos intereses comerciales y económicos en la nación suramericana son altos.
Además de numerosas amenazas contra el gobierno y la soberanía nacional, desde la Casa Blanca se han adelantado sanciones económicas, esencialmente apuntando a individuos, a figuras de la alta y media dirigencia del chavismo institucional, como ministros, gerentes de empresas estatales o el mismísimo presidente Nicolás Maduro, recientemente.
Luego, funcionarios estadounidenses han advertido sobre la posibilidad de que el actual presidente, Donald Trump, vaya un poco más allá, activando sanciones económicas, y hasta un embargo a la industria petrolera de Venezuela.
Un hipotético embargo contra el país petrolero, en principio, agudizaría la situación económica por la que atraviesa desde la drástica baja de los precios del crudo, que aunque ha repuntado un poco, se mantiene por debajo de los 50 dólares por barril.
Sin la compra de Estados Unidos, que con unos 700 mil barriles diarios es el principal cliente del petróleo venezolano, lo lógico sería pensar en una caída abrupta de la economía venezolana, cuya crisis intentaría aprovechar la administración de Donald Trump como trampolín para acabar con la Revolución Bolivariana.
Sin embargo, diversos analistas consideran que una acción como esa podría volvérsele en contra a Washington. De allí que uno de los mayores temores en Estados Unidos era que el mandatario cumpliera con sancionar al frente petrolero de Venezuela una vez instalada la Asamblea Nacional Constituyente, evaluó recientemente el economista José Gonzáles.
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Entrevistado en el canal privado Globovision, Gonzáles consideró además que el país se encuentra bien posicionado en el mercado, pues los pago de deuda a través de Petróleos de Venezuela se han venido dando de manera oportuna.
Por otra parte, numerosas empresas del sector en EEUU no verían con buenos ojos tales medidas, gracias a sus importantes nexos con la producción de la República Bolivariana de Venezuela, y a que sus negocios se verían afectados.
Los Fabricantes Estadounidenses de Combustible y Petroquímica enviaron una carta al propio Trump, le alertaban sobre las implicaciones negativas de las posibles acciones contra el país con mayores reservas probadas en el mundo.
Recordemos además la conveniencia de la ubicación geográfica de Venezuela con respecto al territorio estadounidense, que en tan solo dos días puede cubrir la ruta marítima de distribución, mientras que otras opciones (en Oriente Medio, por ejemplo) se toman semanas de traslados, y costos más altos en transporte.
Venezuela está preparada
Carlos Faría, embajador venezolano en la Federación Rusa, aseguró al respecto que su país está en plena capacidad de responder a una hipotética ola de sanciones contra su principal industria.
Citado por Sputnik, el funcionario alegó que “ya se tiene previsto” cómo redirigir la producción (que ronda los 700 mil barriles diarios) hacia otros mercados, algo que también previenen las empresas estadounidenses en su misiva al mandatario norteamericano.
Estos peligros parecen, de momento, mantener indeciso al inquilino de la Casa Blanca, pues la Asamblea Nacional Constituyente fue instalada y ha sesionado en un par de ocasiones en Venezuela, sin que desde Washington se hayan emitido sanciones más allá de las dirigidas a funcionarios en particular.
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