Luego de persecuciones, prohibiciones y condenas públicas, la comunidad LGBT viene conquistando derechos y espacios importantes en diversos ámbitos de la vida en numerosos países del mundo. Pero hay todavía un reducto que con la religión en una mano y la ley en otra, se resiste a dar el reconocimiento a sus derechos: Polonia.
El poder político polaco se vale de las características conservadoras de su sociedad, para impulsar conquistas electorales y leyes en contra de la comunidad LGBT. De hecho, unos 30 pueblos y comunas de ese país se declararon recientemente «libres de la ideología LGBT«, con apoyo de algunos políticos.
Tal vez el más notorio es Jaroslaw Kaczynski, líder de los conservadores nacionalistas en el poder, que denunció a la comunidad LGBT como una «amenaza a la identidad, la nación y el Estado polaco«. Su visión es respaldada por algunos obispos católicos, que desde los púlpitos continúan aupando el rechazo contra la homosexualidad.
La persecución sin condena gubernamental
Pocos días atrás se registró al este de Polonia la primera Marcha del Orgullo en la comunidad de Bialystok, que fue atacada con violencia, quemas de banderas arcoíris y gritos de ‘No a la sodomía en Polonia’, por grupos extremistas y conservadores.
Cecylia Jakubczak, vocera del movimiento KPH, lamentó la situación y la falta de condena de las autoridades gubernamentales. «La situación del colectivo LGBT en Polonia es sin duda dramática, no contamos con igualdad de derechos, las parejas no pueden acceder a un sistema de unión de hecho, y ni hablar de matrimonio, mientras que el código penal no protege al colectivo de forma adecuada», cuestionó.
RB