Desde sus inicios, la Revolución Bolivariana se ha caracterizado por tender puentes de diálogo y reconciliación ante escenarios de graves contradicciones con las fuerzas contrarrevolucionarias. A lo largo de los años, no han sido pocas las ocasiones en que se ha otorgado absolución a responsables de delitos de odio e intolerancia política. Tal como lo advirtiera El Libertador Simón Bolívar, a cada perdón de los patriotas le ha seguido una nueva conspiración de los sectores entreguistas.
Es conocido el perdón dado por el presidente Hugo Chávez a los golpistas capturados en el palacio de Miraflores durante el golpe de Estado de abril de 2002. En aquella ocasión al proceso de diálogo impulsado por el gobierno bolivariano, la derecha venezolana respondió con la convocatoria a la ejecución de un grave crimen económico contra el país: el paro petrolero.
Desde el inicio de su mandato en 2013, el presidente Nicolás Maduro ha hecho más de 300 llamados para la ejecución de un proceso de diálogo entre el gobierno revolucionario y la oposición venezolana. A pesar de esta voluntad de unión nacional, los planes de violencia política y económica no cesaron, sino que se recrudecieron.
El 12 de febrero de 2014 la derecha puso en marcha el plan La Salida. En todo el territorio nacional, grupos terroristas implantaron guarimbas (focos de violencia) en puntos estratégicos del país. Durante varios meses, el país estuvo sumergido en un clima de violencia que dejó un saldo de 43 fallecidos, 887 personas lesionadas, de acuerdo con datos de la Fiscalía General de la República.
Como respuesta política, el presidente Nicolás Maduro promovió la instalación de una nueva mesa de diálogo con la oposición venezolana. No obstante, el 13 de mayo de 2014, los mismos dirigentes de la oposición que participaban en este proceso, se retiraron de la mesa de diálogo y Ramón Guillermo Aveledo se negó a que la derecha participara en la Comisión de la Verdad propuesta por el gobierno.
En abril de 2017, dirigentes de la oposición al Presidente venezolano, Nicolás Maduro, realizaron una convocatoria a protestas violentas con el fin de exigir la destitución de magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, que habían decidido anular las atribuciones de la Asamblea Nacional. Las sentencias fueron corregidas, pero los terroristas insistieron en la violencia: destruyeron entes públicos, privados e infraestructura pública; colocaron barricadas, atacaron a la población desarmada, quemaron vivas personas bajo la acusación de «parecer chavista», asesinaron, destruyeron cientos de unidades de transporte, causaron un total de 142 víctimas mortales directas, centenas de heridos, y otras decenas de víctimas mortales indirectas.
El llamado a la instalación de una Asamblea Nacional Constituyente fue la magistral maniobra política con la que el presidente Nicolás Maduro logró frenar la avanzada fascista. Sin embargo, a pocos días de su conformación, volvió a hacer un llamado al diálogo, con la mediación de actores internacionales. El resultado fue el mismo: una patada al diálogo y la profundización del terrorismo, esta vez en la esfera económica.
Al ser reelecto como primer mandatario nacional, Nicolás Maduro ha insistido en un nuevo llamado a la reconciliación política. Ha accedido a absolver la condena de personas involucradas en crímenes de odio e intolerancia política, siempre y cuando no hayan sido delitos graves. También ordenó liberar a los once integrantes que integraban el directorio de Banesco, mientras esta entidad bancaria estaba involucrada en el desangre económico del país mediante el tráfico de dinero en efectivo. Destaca, por otro lado, la liberación del estadounidense Joshua Holt, acusado de estar involucrado en actividades de espionaje y conspiración contra el gobierno venezolano.
Para la Revolución Bolivariana, la paz es la mayor victoria. El presidente Nicolás Maduro ha desplegado numerosas estrategias para alcanzarla, siendo los llamados al diálogo una de sus formas de mayor contención. Nuevamente, esta voluntad no es entendida por los enemigos del pueblo venezolano quienes se muestran desinteresados e insisten en la violencia. Muestra de ello es la respuesta que ha dado el vicepresidente estadounidense, Mike Pence, ante la liberación del espía Holt. En su cuenta Twitter manifestó: “Muy contento de que Josh Holt está ahora de vuelta en su hogar con su familia, donde siempre ha pertenecido. Las sanciones continúan hasta que la democracia regrese a Venezuela”.
Very glad that Josh Holt is now back home with his family – where he has always belonged. Sanctions continue until democracy returns to Venezuela.
— Vice President Mike Pence Archived (@VP45) May 26, 2018
La misma línea siguió el secretario del Departamento de Estado, Mike Pompeo, quien también se expresó en la red social Twitter: “Recibimos con beneplácito la liberación de Joshua y Thamara Holt, quienes fueron encarcelados injustamente en #Venezuela. La política de Estados Unidos hacia Venezuela permanece inalterada. Apoyamos al pueblo venezolano y sus esfuerzos para volver a la democracia. Le deseamos a Joshua y a su familia lo mejor después de este difícil período”.
We welcome the release of Joshua & Thamara Holt, who were unjustly imprisoned in #Venezuela. U.S. policy toward Venezuela remains unchanged. We support the Venezuelan people & their efforts to return to democracy. We wish Joshua & his family the best after this difficult period.
— Secretary Pompeo (@SecPompeo) May 27, 2018
El pueblo venezolano mantiene intacto el horror y el dolor que sufrió durante los actos terroristas de 2013, 2014 y 2017. Ante un nuevo perdón otorgado por la dirección política de la Revolución Bolivariana, surgen por todos lados los llamados a la justicia. Sólo con justicia es posible transitar el camino hacia la paz. El recorrido histórico muestra que el perdón no es suficiente para la superación de las contradicciones, si no se comprometen las voluntades por la construcción de relaciones de respeto entre las partes.
EP