Venezuela Times continúa desempolvando parte de los orígenes de la Aviación Bolivariana y cuenta la historia de un segundo héroe anónimo, para eso es importante citar a Paredes (1978), donde expresa: «El otro personaje que con mayor beneplácito podemos sumar a la lista de precursores venezolanos, es el Ingeniero Pedro Coll Font, nativo de Cumaná, quien en el año 1883 pidió permiso al gobierno para lanzarse en un aparato de su invención desde la colina de ‘El Calvario’ situada al oeste de Caracas, con motivo de la fecha centenaria del Natalicio de Libertador, prueba que no realizó por fallas a última hora en el funcionamiento del aparato.
Tres meses después el diario ‘El Siglo’, en su edición No. 678 de fecha 18 de octubre, informa del ensayo que hizo el Ing. Coll en presencia de personas que ocupaban altos cargos en la política, quienes quedaron satisfechos y aplaudieron el mecanismo destinado a la navegación aérea. Días después, el Dr. Nicanor Borges, encargado de la Presidencia de la República, dispuso que se expendiera al inventor Coll la patente que había solicitado y que es eximiera de la contribución establecida por Ley de privilegios.
Al mes siguiente, el mismo diario en su edición No.696 de fecha 9 de noviembre, publicó el siguiente editorial: ‘Hoy volvemos a ocuparnos de la misma interesante materia, haciendo una ligera explicación del aparato que ha inventado y patentado nuestro estimado compatriota Pedro Coll Font ante el gobierno de la república, y en el cual, según el voto de hombres notables en ciencias y dignos de toda responsabilidad, el señor Coll Font ha logrado vencer las mayores dificultades, situando la interesante cuestión en un terreno de fácil y tangible realización. El señor Coll Font, tomando como motivo del estudio del vuelo de los pájaros, ha llegado a una conclusión definitiva, que basada en la observación y en la experiencia, le ha permitido establecer una clasificación de los distintos vuelos que obedecen con rigor a reglas precisas e invariables’.
Entre las diversas maneras de volar que tienen los pájaros, el señor Coll ha desechado como inútiles para el hombre, aquellas que pudieran imitarse por la acción mecánica de un motor artificial y cuyos principios son perseguidos hoy por los científicos europeos dados a establecer investigaciones, habiéndose decidido exclusivamente por imitar el vuelos de los pájaros que avanzan y se elevan marchando en todas direcciones, cerniéndose en la atmósfera por esfuerzos pequeñísimos, los solo indispensables para la fácil y sencilla variación de las distancias entre las verticales de gravedad del aparato y el centro de las diversas presiones que el aire ejerza sobre las superficies que de él está formado.
Según esas circunstancias que concurren a formar el principio en que se basa tan importante invento, el dicho señor ha logrado que su aparato flote en el espacio, merced a la acción continua de la atmósfera sobre las superficies que lo constituyen, acción que es constante e inextinguible en donde quiera que exista aire respirable, y que propulsión o fuerza aceleratriz que determina los movimientos en favor o en contra de las corrientes aéreas sea exclusivamente engendrada por la acción permanente de la gravedad del mismo aparato.
No obstante a lo anteriormente expuesto, creo que hubo cierto escepticismo por parte del gobierno en ayudar a este compatriota, como bien lo deja entrever el siguiente artículo publicado en el diario ‘La República’ en su edición No. 213 de fecha 6 de octubre de 1986, intitulado ‘Navegación Aérea’. Hoy llama la atención del mundo civilizado, lo que había descubierto un compatriota nuestro en 1883; con la circunstancia notable que los principios en que se apoyaba el descubrimiento por el cual se obtuvo patente en Venezuela en aquel año del ochenta y tres, son más claros, definidos y detallados que los que publica ‘Le Monde de Paris’.
Más adelante, en el año 1914, en carta de Coll Font para ‘El Universal’, este corrobora el escepticismo del gobierno para su invento al declarar: “no podré olvidar nunca que en esa pintoresca y querida Caracas, donde tan cruelmente fue abatida mi alma, encontró mi invento su ‘vía dolorosa y su calvario’. Ahí fue donde Judas de implacable deslealtad, lo entrego a manos de los fariseos para aniquilar traidoramente el fruto de tantos esfuerzos y en que fundada mis mas legitimas esperanzas.
En esta forma, breve si se quiere, por cuanto se sale del terreno militar, he querido, interpretando el sentir de los hombres de la Fuerza Aérea, tributar un homenaje de admiración a estos dos personajes a quienes con verdadera justicia les cabe el titulo de precursores de la Aviación Venezolana (Historia de la Aviación Venezolana, Coronel Aviador. Luis H. Paredes).