El fantasma de una nueva Guerra Fría se adueña de las relaciones diplomáticas entre las dos principales potencias económicas del orbe, China y EE.UU., que desde 2019 han profundizado sus diferencias con la inicial guerra comercial de aranceles hasta la dinámica del boicot empresarial, principalmente contra la tecnológica Huawei y su plataforma de telefonía móvil de quinta generación (5G).
Si bien los expertos ven importantes diferencias históricas, creen que las dos potencias están entrando en territorio peligroso.
De hecho, la administración de #DonaldTrump se torna cada vez más agresiva contra China, empujando a otras naciones a rechazar al titán de telecomunicaciones. Ya Washington logró que Londres le diera la espalda al negocio milmillonario con este fabricante.
De Londres y Madrid al Mar Meridional
A pesar de los perjuicios que conlleva a las operadoras Vodafone y BT, que ya han advertido a Downing Street que abandonar Huawei les supondrá dobles gastos: para desmantelar la acometida actual y para negociar otra plataforma con un nuevo proveedor. No obstante, el despacho de Boris Johnson ha hecho caso omiso y mantiene la decisión.

Ahora las presiones se trasladan a Madrid, que cerró un importante trato con la marca china y, vista la influencia estadounidense en España, resulta muy probable que la nación ibérica termine cediendo.
Por otro lado, se abren a la Casa Blanca, sin reservas, los respaldos de los rivales de Pekín en el mar del sur de China, que están dispuestos a realizar maniobras militares conjuntas en esa zona del pacífico para intentar amedrentar al dragón rojo.
En medio de su campaña electoral, el supremacista republicano ha convertido al gigante asiático en un importante tema de campaña de cara a las elecciones de noviembre, pero parece poco probable que la relación bilateral cambie radicalmente si gana el demócrata Joe Biden, quien acusó al presidente de no ser lo suficientemente duro con el Pekín. ¿Simple retórica comicial?
Visiones incompatibles
Para la agencia francesa AFP, Stephen Walt, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Harvard, dijo que las dos mayores potencias económicas del mundo compiten a largo plazo por «visiones estratégicas incompatibles», como el deseo de China de dominar Asia, su área de influencia, mediante su plan de la nueva Ruta de la seda, por ejemplo, o debido a sus aspiraciones en el Mar Meridional.

«Se parece a la Guerra Fría soviético-estadounidense en ciertos aspectos, pero aún no es tan peligrosa como esa rivalidad anterior», dijo Walt quien cree que un disuasivo radica en la estrecha conexión económica que comparten, aunque la relación esté considerablemente tensa.
Mientras tanto, el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, lanza severas advertencias contra Pekín, y no rechaza comparar la situación con la Guerra Fría. Y, consciente como lo está de los vínculos económicos, señaló que Occidente necesita separarse de Pekín, especialmente en el plano tecnológico, un sector que Washington teme que el país asiático utilice para “espiar”.
La «guerra caliente»
Oriana Skylar Mastro, profesora asistente en la Universidad de Georgetown y académica residente del American Enterprise Institute, se aventura a señalar que existe una mayor posibilidad de una guerra caliente entre ambas partes en un grado que nunca existió con la Unión Soviética.
Para la docente, Washington percibe erróneamente a Pekín como una amenaza ideológica y considera que China dispone de muchas opciones para aliviar las preocupaciones estadounidenses, como retirar los sistemas de armas en el Mar del Sur de China.
«Pero Pekín no hará esto fundamentalmente porque malinterpreta a los impulsores de la política estadounidense. Cree que Estados Unidos está respondiendo a su propia decadencia y que arremeterá contra ellos sin importar cómo actúen», sostuvo.
«Ello podría llevarnos a una guerra».
Hong Kong, uigures y otras excusas
En un cambio con respecto a hace unos años, las empresas estadounidenses, afectadas por lo que ven como un robo desenfrenado de propiedad intelectual, rara vez piden una desescalada del conflicto con China.
Estados Unidos también ha fustigado a Pekín por su represión en Hong Kong y el encarcelamiento masivo de musulmanes uigures.

Antes de la pandemia de coronavirus, Trump pensaba que podía mantener las buenas relaciones comerciales con China, sobre todo después de que Pekín prometiera aumentar las compras de productos estadounidenses.
Pero ambas partes sabían que China no estaba en condiciones de cumplir con todo lo acordado con Washington, remarcó Shi Yinhong, profesor de relaciones internacionales en la Universidad Renmin en Pekín, quien prevé que las relaciones sigan deteriorándose.
«La antigua Guerra Fría resultaba una confrontación y una competencia muy feroz entre dos grandes potencias, impulsada por la ideología y la estrategia«, destacó.
Ahora que EE.UU. y China se están «desacoplando» selectiva y rápidamente, puede que utilizar el término no resulte descabellado, después de todo, porque “sí se puede decir que China y Estados Unidos han comenzado a entrar en una nueva Guerra Fría», puntualizó el analista asiático.
China ya alertaba sobre la Guerra Fría
China y EE.UU. ya están “al borde una nueva Guerra Fría” advertía en mayo pasado el ministro chino de Asuntos Extranjeros, Wang Yi, momento en que lamentaba la escalada de las tensiones con Washington, como consecuencia de la epidemia de la Covid-19.
“Algunas fuerzas políticas estadounidenses toman de rehenes las relaciones entre China y Estados Unidos y empujan a nuestros dos países al borde de una nueva Guerra Fría”, señalaba el funcionario en un momento en que apenas asomaban 340 mil muertos en el ámbito mundial.

En vísperas de las elecciones presidenciales, ya #Donald Trump utilizaba el asunto del coronavirus para tratar de elevar su aceptación seriamente dañada por la gestión que se había hecho de la enfermedad en la nación más afectada del mundo.
Evolución de los ataques comerciales
Desde mediados de mayo, Washington recrudeció las sistemáticas acusaciones contra las autoridades chinas por la presunta tardanza en alertar sobre datos cruciales que indicaban la gravedad del virus.
Por ello, Wang estimó: “Este virus político (en referencia a la ola de ataques contra China desde la clase política estadounidense, principalmente desde el ejecutivo) aprovecha todas las oportunidades para atacar y difamar a China”.
En todo caso, Trump exigía que China pagara miles de millones de dólares como compensación por los daños causados por el virus, y solicitaba una investigación internacional sobre el origen de la Covid-19, lo que reactivó la pugna de los dos colosos que ya estuvieron enfrentados entre 2018 y 2019 en una guerra de recargos aduaneros recíprocos con repercusión en el comercio internacional.
Francisco J Figuera/VTactual.com
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