México tiene una de las tasas de mortalidad por violencia más altas del mundo. Las guerras por el control de territorios, el narcotráfico, las maquilas, los coyotes y el negocio de los migrantes, enrarecen todo el panorama social de la nación azteca, convirtiéndola en uno de los lugares más peligrosos para vivir. Frente a esta realidad, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) resolvió crear un polémico cuerpo élite que promete poner el pecho a esta situación: la Guardia Nacional.
La creación de este cuerpo causó ruido desde su mención inicial. Para calmar un poco la ola de críticas AMLO anunció que el órgano estaría dirigido por civiles, quienes orientarían a la Guardia Nacional para que no imperase una doctrina militarista y tuviera como función la articulación operativa con la policía militar, federal y naval con otros cuerpos de seguridad ya activos.
Sin embargo AMLO ya incumplió su primera promesa y nombró como cabeza de esta institución al general Luis Rodríguez Bucio, y aunque éste dejará de ser militar en agosto próximo, su nombramiento ya genera suspicacia para prevenir y combatir los delitos en un país desbordado por la violencia.
Principales temores
Grupos de Derechos Humanos en México no ven con buenos ojos el nombramiento de Rodríguez Bucio frente a un cuerpo de seguridad que cumplirá funciones de represión del delito. Cecilia Farfán, investigadora de la Universidad de San Diego, expresó su desacuerdo al apuntar que «el punto fundamental es que cuando se pedía un mando civil no se pensaba en un militar retirado, sino en otro tipo de mentalidad de cómo pensar en la seguridad pública».
Los críticos de esta política implementada por AMLO, aseguran que el país se está militarizando y que el gobierno sólo piensa en seguridad en términos relacionados con el narcotráfico. Por su parte el presidente mexicano defiende a su Guardia Nacional asegurando que «lo prioritario es atender el grave problema de la inseguridad y de la violencia».
RB