Con la firma del reciente pacto migratorio de asilo con EE.UU., Honduras hará el «trabajo sucio» a Washington a pesar de que ello significará el recrudecimiento de sus problemas económicos y de seguridad, indicaron expertos locales.
El analista hondureño Raúl Pineda dijo que el Gobierno de Honduras no podía negarse a la petición de EE.UU. de atajar la migración irregular desde Centroamérica, al igual que Guatemala y El Salvador.
Por lo tanto, con la rúbrica del miércoles entre el secretario de Seguridad Nacional en funciones de EE.UU., Kevin McAleenan, y el canciller de Honduras, Lisandro Rosales, en un acto al margen de la Asamblea General de Naciones Unidas, en Nueva York, el país cedió a las presiones.
¿País de tránsito o de acogida?
En la teoría, el territorio hondureño se convertirá en país de tránsito por migrantes indocumentados, en su mayoría suramericanos y africanos, que intentan llegar a Estados Unidos, y que hallarán “una valla de contención” que limitará su capacidad de avanzar hacia suelo estadounidense en busca de una mejor vida bajo una solicitud de refugio.
No obstante, Honduras deberá garantizar derechos básicos, como la alimentación, la educación, la vivienda o un trabajo a miles de migrantes, aunque no cuenta con los recursos, por lo que se debate quién asignará los fondos. Ello ya la transformaría en país de acogida.
En opinión de Pineda, el asilo no es la mejor figura que se puede conceder a los «migrantes económicos» y considera que Honduras, donde la pobreza afecta a más del 60 % de su población, se precipitó al no imponer condiciones sobre la concesión de recursos para atender a esas personas.
También expresó que “los países pequeños están resolviendo el problema migratorio de Estados Unidos» que impuso bajo presiones su acuerdo migratorio a El Salvador, Guatemala y Honduras.
FF