«Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres» Rosa Luxemburgo
En las últimas décadas miles de mujeres han salido a las calles a denunciar atropellos y exigir reivindicaciones ante los muchos vicios de la sociedad patriarcal. El fin de la violencia machista, la despenalización del aborto y la igualdad de salarios por el mismo trabajo, son algunos ejemplos de ello. Sin embargo en los últimos años ha surgido una distorsión que opaca la lucha del movimiento feminista: el hembrismo.
La confusión existente entre los significados de feminismo y hembrismo no sólo ha alimentado una especie de pugna entre hombres y mujeres, sino que ha predispuesto a muchas féminas en contra de un movimiento que reivindica sus derechos. Por eso escuchamos a algunas mujeres que dicen: “No soy machista ni feminista, soy humanista” como si el ser feminista atentara contra el género humano.
Feminismo no es hembrismo
El psicólogo Arturo Torres en su página web “Psicología y Mente” define el feminismo como “un conjunto de movimientos sociales cuyos objetivos se fundamentan en la visibilización y el empoderamiento de las mujeres y el cuestionamiento de los roles de género en los cuales se considera que lo femenino queda eclipsado por lo masculino”.
A su vez, define al hembrismo como un neologismo que refiere una actitud que legitima el menosprecio y los ataques hacia los hombres por el hecho de serlo. En otras palabras, es el término que se equipara a la palabra “machismo” pero aplicado a la mujer.
El feminismo es un fenómeno social y el hembrismo es una actitud individual
El feminismo es producto de la historia, y su razón de ser tiene que ver con una desigualdad que históricamente ha perjudicado a las mujeres. Es un fenómeno colectivo, los movimientos sociales le dan forma. Responde a un elemento que tampoco puede ser definido como individual: el Patriarcado.
El hembrismo es una actitud individual, pues no se deriva de un sistema cultural o legal de desigualdad en el que las personas que han tenido más poder hayan sido históricamente las mujeres. Se trata de un fenómeno más psicológico que social.
Por su parte, el feminismo no propone medidas para restar bienestar y poder de manera indefinida a los hombres por el simple hecho de serlo, cosa que si hace el machismo con las mujeres. Incluso las medidas de discriminación positiva que defiende una parte del feminismo son concebidas como un arreglo provisional, para permitir – por ejemplo – que las mujeres puedan acceder a los puestos de dirección en iguales condiciones que los hombres.
Hembrismo: una palabra polémica para algunas feministas
La palabra hembrismo ha levantado escozor en algunos movimientos y personalidades feministas porque se asume que su utilización solo puede tener consecuencias negativas para los movimientos igualitarios y positivas para las posturas conservadoras y tradicionalistas.
Arturo Torres asegura que eso no tiene por qué ser así y que su ocultamiento puede ser contraproducente, ya que “puede hacer que este (hembrismo) se identifique con el feminismo al ser considerado un tabú, algo de lo que no se habla y que se invisibiliza porque efectivamente ataca los fundamentos del movimiento”.
Por su parte, la blogera feminista “A de autora” es categórica al afirmar que las actitudes hembristas han “manchado la imagen que la sociedad tenía del feminismo, movimiento que algunos y algunas ven con malos ojos, cuando en realidad se basa en la igualdad y por tanto en un derecho universal e innato a todo ser humano”.
Hablan las nuevas masculinidades
El colectivo colombiano de ‘Masculinidades no Hegemónicas, sentipensantes’, asegura que la misoginia (odio a las mujeres) asociada al machismo ha sido mucho más común y tangible que la misandria (odio a los hombres) vinculada al hembrismo: “Los hombres hemos logrado imponer nuestra visión de mundo como valiosa y respetable, mientras que las mujeres han sido relegadas a espacios domésticos”
Ellos manifiestan que el machismo es condenable por su prevalencia a lo largo de los siglos, pero – a su juicio – el hembrismo es más comprensible, ya que el sistema patriarcal se construyó “desde la exclusión, desde la competitividad dañina y desde la superioridad”. A pesar de ello son categóricos al afirmar que ambas posturas “están en el mismo nivel de retroceso que pretende estancarnos en relaciones dañinas”
Enza García Margarit