Fracaso total en incertidumbre absoluta. Lo que parecía terminar en un acuerdo amistoso, acabó con más bajas que cualquier capítulo de Juego de Tronos. La guerra comercial entre China y Estados Unidos no pudo tener peor desenlace desde que el intercambio de declaraciones pasó al lanzamiento de sanciones y la imposición de aranceles bien abultados de lado y lado.
El primero en dar la patada a la mesa fue el mandatario estadounidense #DonaldTrump, quien en medio de las reuniones entre las partes, para zanjar la situación, aplicó nuevos aranceles a productos chinos por un monto superior a los 200 mil millones de dólares, los cuales comenzaron a correr desde el pasado 10 de mayo. En plena mesa de negociación, China anunció que no se quedaría con el golpe y lo devolvería. Así lo hizo.

A principios de esta semana el gobierno de Pekín anunció que en represalia a las acciones de Washington, impondrá aranceles a productos norteamericanos por un monto de 60 mil millones de dólares. Desde el ministerio de Finanzas del gigante asiático, se anunció que la medida tendrá efecto desde el próximo 1 de junio.
Las amenazas y son realidad
El magnate que gobierna Estados Unidos, habría referido que los nuevos aranceles a productos chinos se impusieron ante la negativa del gobierno de ese país a retroceder en algunas de sus demandas. Sin embargo, la semana pasada los negociadores asiáticos manifestaron su disposición al diálogo y a ceder algunos de sus puntos referidos a las importaciones de mercancías.
Pero Washington reaccionó sin mayores dilaciones y puso en vigor sus nuevos anuncios. Ante ello, China anunció que pondría en marcha una respuesta recíproca, lo que provocó un nuevo ataque de ira en la Casa Blanca. “No hay ninguna razón para que el Consumidor estadounidense pague los Aranceles, que entran en vigor hoy en China (…) China no debería tomar represalias. ¡Solo empeorará!”, amenazó el presidente estadounidense vía twitter.

“Le digo abiertamente al Presidente Xi y a mis muchos amigos en China que sufrirán mucho si no llegan a un acuerdo, porque las compañías se verán obligadas a abandonar China por otros países. Es demasiado caro comprar en China. ¡Tenían un gran acuerdo, casi cerrado y dieron marcha atrás!”, continuó desafiante el magnate norteamericano.
Analistas estadounidenses advierten del error que se comete desde lo más alto del poder. «Se han fijado metas [los chinos]. Tienen una estrategia para alcanzar estas metas. Nosotros no tenemos una estrategia«, comentó el ex secretario de Defensa de EEUU, Robert Gates, en un programa televisivo. Con la mesa servida de esta manera, el principal representante y negociador chino, Liu He, abandonó sin acuerdo las oficinas del Representante de Comercio de Estados Unidos.
RB