Medios especializados en temas petroleros informaron la semana pasada que ExxonMobil adjudicó contratos de infraestructura, perforación y almacenamiento con miras a extraer las ingentes reservas de petróleo y gas del denominado “Proyecto Liza”, ubicado en territorio marítimo reclamado por Venezuela a Guyana, según lo estipulado por el Acuerdo de Ginebra de 1966.
En 2015 un primer hallazgo petrolero provocó un conflicto diplomático entre ambas naciones por las actividades de esta petrolera en la fachada atlántica del Esequibo.
“Uno de los mayores descubrimientos de petróleo de la industria de la última década”
Según informó el medio Gulf Oil & Gas, el holding petrolero holandés SBM Offshore NV resultó beneficiado con el contrato entregado por ExxonMobil, empresa estadounidense que a través de su subsidiaria Esso Exploration and Production Guyana Limited controla el 45% del Bloque Stabroek, ubicado en la fachada atlántica del Esequibo, donde se encuentran los ricos yacimientos Liza-1 y Liza-2.
El CEO (gerente general en inglés) del holding holandés, Bruno Chabas, comentó a raíz del contrato obtenido: “Estamos orgullosos de que ExxonMobil otorgó a SBM Offshore los contratos de Liza. El Liza, campo costa afuera de Guyana, es uno de los mayores descubrimientos de petróleo de la industria de la última década”.
Sin embargo, esta adjudicación no es la primera que realiza ExxonMobil para acelerar sus planes de extracción petrolera y gasífera en territorio reclamado por Venezuela. En mayo de este mismo año una subsidiaria de la petrolera italiana ENI, de nombre Saipem, se hizo con los derechos para realizar “la ingeniería, adquisición, construcción, instalación de las bandas, las estructuras y los puentes asociados” al “Proyecto Liza-1”, según informó el portal World Oil.
Información suministrada por Telesur citando al Servicio Geológico de Estados Unidos (EEUU), la zona que concentra el “Proyecto Liza” es el segundo mayor yacimiento de petróleo del mundo sin explotar.
Con esta última adjudicación de contratos ExxonMobil busca producir, en una primera etapa, 120.000 barriles de petróleo y 170 millones de pies cúbicos de gas natural, con una capacidad de almacenamiento de 1,6 millones de barriles de crudo.
En total el Bloque Stabroek ocupa una extensión de 26 mil 800 km2 y se estima, que sólo en el campo Liza-1, se encuentra depositado mil 400 millones de barriles de alta calidad.
En 2015 Rex Tillerson, actual Secretario de Estado de EEUU y ex gerente general de ExxonMobil, comentó con alegría a sus accionistas que ese pozo (Liza-1) fue el más grande encontrado en cualquier parte del mundo ese año, otorgándole un carácter estratégico a los proyectos a futuro de la petrolera estadounidense.
Urgencia Geopolítica
La prioridad de esta petrolera estadounidense por derribar a Venezuela es geopolítica y geoeconómica, en tanto pilar fundamental de una nueva configuración política, económica y financiera del continente (con Rusia y China como socios estratégicos alternativos), que representa una amenaza para las ventajas estratégicas y el control casi absoluto de los recursos energéticos de la región que ostentaron las corporaciones estadounidenses durante todo el siglo XX.
Asegurar esa fuente de suministro no sólo permitió llevar a cabo su carrera armamentística y sus campañas bélicas en Medio Oriente, sino mantener un estatus de superpotencia global que hoy es desafiado por rivales emergentes.
En la demarcación más que reforzada por esta segunda tanda de contratos en el campo Liza-1 y Liza-2, está implícito el interés de apropiarse de un corredor energético que va desde la Faja Petrolífera del Orinoco, pasa por el Esequibo y llega hasta la desembocadura en su fachada atlántica, a modo de zona de explotación exclusiva marca Exxon.
La tenaza dibujada en los planos de la petrolera no sólo es energética, también se desplaza al terreno político y diplomático, pues la toma del poder político en Venezuela por vías extraconstitucionales concluiría en la apropiación del otro extremo del corredor, el más rico del planeta si se suman las reservas conjuntas de La Faja con las del aguas del Esequibo y el Bloque Stabroek.
En el grueso del mismo petroleras rusas y chinas (Rosneft y Cnooc) tienen un camino adelantado en inversiones y proyectos de explotación que representa una serie amenaza para lo que la mayor petrolera estadounidense ve como una fuente de suministro estratégica para sus planes de control geopolítico global.
Dato ineludible. La adjudicación de contratos realizada por Exxon se dio a solo días de que Venezuela y China firmaran cuatro proyectos de asociación energética de gran calado, que van desde el aumento de la producción petrolera hasta proyectos de conjuntos de refinación en el gigante asiático.
El amo del golpe
En una investigación presentada por este portal hace pocas semanas, se develó el financiamiento realizado por ExxonMobil a organizaciones de la oposición venezolana para generar hechos de violencia, en sincronía con las maniobras diplomáticas que desde el Departamento de Estado se realizan para avivar el conflicto político interno y desconocer en instancias internacionales como la OEA al Gobierno venezolano.
La última Reunión de Cancilleres de la OEA sobre Venezuela, previa a la Asamblea General del organismo en México, sirve para ilustrar cómo la corporación petrolera también maneja los hilos del cerco internacional contra el país. El gobierno guyanés, subordinado a sus inversiones y que actualmente preside el Caricom, intentó imponer una resolución no discutida por los estados caribeños e idéntica a la presentada por EEUU en la pasada reunión, con el objetivo de condenar la Asamblea Nacional Constituyente (ANC). La “línea roja” dibujada por EEUU sirve para camuflar rondas de sanciones mucho más agresivas contra la nación bolivariana.
El Caribe como objetivo estratégico
Allí donde se mezcla lo coyuntural con lo estratégico se encuentra el Caribe. La necesidad de derribar a Petrocaribe ya no sólo pasa por un cálculo coyuntural por las alianzas que sostiene con Venezuela y su labor de contención ante el asedio diplomático, sino por cómo en paralelo ExxonMobil, a partir de su maniobra en Guyana, intenta dar inicio a una reconfiguración política y económica la Cuenca del Caribe a su conveniencia.
Ya en el pasado comentaba esta tribuna que la petrolera estadounidense tiene como objetivo generar relaciones de dependencia energética y política con el Caribe utilizando sus excedentes de Gas Natural (del cual Exxon es líder global productor y exportador), mientras en paralelo enfila sus baterías contra Petrocaribe para retomar el control geopolítico de la llave marítima y comercial del continente, colocando una barrera a la fuerte penetración de capitales chinos y rusos en ámbitos no solo energéticos sino de infraestructura y transporte.
Los cambios energéticos de la última década han desplazado sus centros de gravedad -tanto en la oferta como en la demanda- hacia Medio Oriente, Asia Central y Eurasia, y su matriz productiva hacia la producción de petróleo y gas no convencional (comúnmente conocido como “esquisto”).
Quien asegure esta fuente de aprovisionamiento energético sin lugar a dudas ostentará enormes ventajas geopolíticas para dictaminar las reglas de juego global en las próximas décadas.
Según un informe reciente del Banco Interamericano de Desarrollo, más del 70% de las reservas globales de gas y petróleo no convencional se encuentran depositadas por en la Cuenca del Atlántico, a la que ExxonMobil tendría muy favorable de consagrarse sus planes de retomar el Caribe por la vía el derrocamiento del Gobierno venezolano, pilar de Petrocaribe.
El cálculo de ExxonMobil es continental y a largo plazo, y tiene a Venezuela como objetivo prioritario, no en balde un alto cuadro gerencial hoy asume las riendas de la política exterior de EEUU.
Allí y no en otro lado están las razones del agresivo asedio que enfrenta Venezuela.
CC