Michael Richard Pompeo, director de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA, por sus siglas en inglés), confesó haber sostenido reuniones en México y Colombia, para afinar detalles de cara a una hipotética “transición” política en Venezuela, sobre la cual, añadió, están “optimistas”.
Pompeo asumió el papel de tutor que juega el poder estadounidense en la desestabilización internacional y diplomática contra Venezuela, al admitir que en dichos encuentros estuvo “ayudando a entender qué podrían hacer (los gobiernos de esos países) para lograr un mejor resultado».
Ambas naciones han mantenido su tendencia antichavista durante los últimos años, y más recientemente han prestado su apoyo diplomático en las acciones que avanza la Organización de Estados Americanos contra el gobierno bolivariano.
Los intereses estadounidenses son además reiterativos desde la llegada de la Revolución Bolivariana: las administraciones de George W. Bush, Barack Obama y la del actual presidente, Donald Trump, han emprendido acciones de ataque de manera continua.
Durante la estadía del primero en la Casa Blanca, la nación norteamericana auspició el golpe de Estado del año 2002 contra el entonces presidente Hugo Chávez, luego se ha mantenido una política de sanciones económicas contra el gobierno y miembros del mismo, durante las administraciones de Obama y Trump. Este último, además, amenazó recientemente con tomar medidas mucho más fuertes.
Igualmente, el senador Marco Rubio, quien se manifiesta constantemente sobre la situación política venezolana, ha adelantado que las próximas sanciones serían mucho más contundentes que las anteriores.
JI
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