Era el más «íntimo» de los cortesanos. El origen de tan curioso oficio se remonta a los anales (nunca mejor dicho) de Enrique VIII y tenía como misión asistir y supervisar las funciones intestinales del Rey de Inglaterra.
El cargo oficial era «Groom of the King’s Close Stool» que se traduce al español como el «Novio del Taburete Cercano del Rey». La palabra «taburete» hacía referencia al mueble portátil que desplazaba para el cumplimiento de su faena, junto con agua, toallas y un recipiente de lavado. El novio de las heces reales debía mantenerse al tanto de las ingestas de su majestad.
No era un cargo despreciable. Por la intimidad del momento se iba abonando la confianza. Era bien remunerado y muchos de ellos heredaban los ropajes que alguna vez ayudaron a retirar para que el monarca terminara de coronar a las compañías de los gases. Incluso, el Rey Jorge III empleó a la mayoría de los novios durante un solo reinado; Un total de nueve, incluyendo a John Stuart que más tarde sería el primer ministro de Gran Bretaña.
Según cuenta la historia, mientras despojaban las tripas, los monarcas sostenían conversaciones prolíficas y de contenido confidencial, lo que convertía al novio de la poceta en uno de los personajes más influyentes de las cortes.
En 1558, por primera vez una mujer desempeñó el cargo, y Kat Ashley fue nombrada Primera Dama de la Recámara Real por Elizabeth I de Inglaterra en sustitución al Novio del Taburete. La oficina fue suspendida durante su reinado, restablecida por James I, en desuso con la Reina Victoria y desactivada por su sucesor. En estos vaivenes, fue definitivamente execrada en el año 1901 por Eduardo VII.
LC