Existe un denominador común en casi todos los casos en que un país con recursos económicos y de interés geopolítico es invadido por una potencia extranjera como Estados Unidos (EE.UU.), independientemente del continente o la región donde se ubique. Este elemento, es la utilización de fuerzas irregulares, llámense paramilitares o mercenarias y que «coincidencialmente» muchas han sido apoyadas por la nación o coalición de naciones agresoras.
Ejemplos a lo largo de la historia son muchos, en los cuales estos pequeños grupos, son entrenados para cumplir con fines desestabilizadores, terroristas y violentos en países soberanos y cual engendros del mitológico «Kraken», luego de sobrepasar los límites y utilidad de sus funciones, se escapan de las manos de sus amos para pasar a ser la cara visible del mal.

Pasó en su momento con Osama Bin Ladden, adiestrado y formado en las filas de la Agencia Central de Inteligencia norteamericana (CIA, por sus siglas en inglés) y las posteriores repercusiones que tuvo la incursión de las fuerzas talibanes en el conflicto bélico de Iraq y más recientemente con el denominado Estado Islámico (EI) que, aunque no cuenta con una figura representativa como la de Bin Ladden, ha dejado secuelas en la percepción negativa del yihad y todo lo que se le asemeje, tal y como ha pasado en Siria.
En los últimos días, canales de televisión de todo el mundo mostraban cómo los «yihadistas» (mercenarios-terroristas) viajaban en vehículos todo terrenos tipo Hummer y Toyota, comprados con dinero presuntamente proveniente del Departamento de Estado de EE.UU., según lo afirma el presidente del Consejo Interino de la Federación de Rusia para la Política de Información y Relaciones con los Medios, Alexei Pushkov, quien comentó en una entrevista que está convencido de que «EE.UU. contribuyó al establecimiento del Estado Islámico» en Siria.

De acuerdo con el político ruso, grandes envíos de armas destinadas a la llamada ‘oposición moderada’ en Siria, de alguna manera, terminaron en las manos del Estado Islámico.
«Me parece que había un sistema completo para redirigir estas armas al Estado Islámico (…) En Washington aseguraron que los autos fueron diseñados para la ‘oposición moderada’, pero de alguna manera 100 Toyotas con ametralladoras pesadas acabaron en las manos del Estado Islámico en el área de Palmira y Deir ez Zor. ¿Cómo pasó esto exactamente? La parte estadounidense no lo pudo explicar. De cualquier manera, resulta que la ayuda de EE.UU. a la llamada ‘oposición moderada’ en Siria ha ayudado de facto al Estado Islámico para hacer frente a Assad», señala Pushkov.
Caso similar ocurrió también recientemente con el hallazgo de en un arsenal de la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN) recuperado también en Siria, en un vasto depósito de armamento pesado, descubierto en la recientemente liberada ciudad de Mayadin, que comprendería armamento israelí y de países de Oriente Medio integrantes de la coalición aliada a EE.UU. y alineada con sus intereses políticos y económicos.
LM