La política alimentaria en Estados Unidos es, además de deficiente, muy enfocada en el beneficio de grandes corporaciones y la manufactura de productos industriales, dejando completamente de lado los rubros agrícolas.
“Alrededor del 95% de los subsidios actuales se destinan a cosechas que se convierten en alimento para animales, combustible o comida procesada”, dice al respecto la directora del programa de alimentación y tecnología Amigos de la Tierra, Kari Hamerschlag.
Por su parte, el activista Michael Pollan argumentó que esta forma de llevar la política agraria en la nación norteamericana lleva a una contradicción preocupante: es más económico un «snack», una golosina, que una zanahoria.
Aunque sus palabras datan de 2007 vuelven a cobrar vigencia a raíz de la inminente renovación de la Farm Bill, paquete legal que rige el tema alimentario, con una política apoyada por el actual presidente, Donald Trump. La misma, para el período 2014-2018, contó con 489 billones de dólares de los cuales la gran mayoría mencionada fue destinada a la producción de materia prima para alimentos industriales, derivados o productos para el consumo animal..
Para Pollan, el resultado de esta forma de llevar los subsidios ha generado «un sistema alimentario rebosante de azúcares añadidos (derivados del maíz) y grasas añadidas (principalmente derivadas de la soja), así como carne y leche asquerosamente baratas (derivados de ambas)».
Aunque Tamar Haspel, del Washington Post, le salió al paso a las afirmaciones del activista: “No se tiene en cuenta esto: los productos frescos son mucho más caros de producir que los cereales, y esa diferencia empequeñece la diferencia de los niveles de subsidios”.
En defensa de la tesis de Pollan salió el profesor de economía agraria John Ikerd, quien publicó a través de Civil Eats su respuesta. Si bien le reconoce parte de verdad a Hapel, le cuestiona no reconocer el fin de Pollan: “El ejemplo de los Twinkies-zanahorias es simplemente una puerta de entrada conveniente y accesible para los que están empezando a aprender que las prioridades de las políticas públicas no tienen sentido”.
“Seguimos pagando demasiado a las personas incorrectas para cultivar la comida incorrecta en los lugares incorrectos”, dice a su vez el congresista Earl Blumenauer, quien propone la Food and Farm Act, como medida alternativa para salvar la producción agrícola del gigante norteamericano.
JI