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Duelo por muerte de una mascota es comparable a pérdida de un familiar

El impacto que produce la muerte de una mascota, en muchas ocasiones, es comparable al proceso de duelo que se vive cuando se pierde a un amigo o a un familiar. Ya desde 1988 en un estudio realizado por Sandra B. Barker, directora para ese momento del Center for Human-Animal Interaction de la Escuela de Medicina de Virginia, mostraba cómo algunas personas percibían la relación con su mascota de manera más cercana que el vínculo incluso con sus parientes.

En el ejercicio las personas debían representar a su familia por medio de símbolos y muchos de ellos situaron a sus perros o gatos más cercanos a ellos.

 «Detectamos que no había diferencia entre la proximidad con su familia y con una mascota», explicó Barker. Una década después, en 1998, otra publicación revelaba que la teoría del apego desarrollada por John Bowlby (que define el fenómeno por el cual los bebés forman un vínculo con su cuidador como instinto de supervivencia) se podía aplicar a la relación mascota-humano.

«Cuando introduces un animal en casa y convives con él muchas horas del día forma parte de tu rutina y de tu día a día», cuenta Sandra Sánchez, la psicóloga que trató a una mujer llamada Ana Menéndez, que sufrió una fuerte depresión a raíz de la muerte de su gato. «Las familias han cambiado y ahora podemos ver distintos modelos en los que el animal se integra como un miembro más», indicó la científica.

«Hemos llevado sobre todo casos de perros y gatos. Muertes imprevistas y casos de fallecimientos de larga duración y enfermedades degenerativas. También viene mucha gente que va a tener que tomar la decisión de ponerle fin a la vida de su mascota», explica acerca de su experiencia. «En las sesiones se trabaja la canalización emocional, técnicas de relajación… En algunos casos con unas pocas sesiones ya siguen su rumbo pero otras personas tardan más. Hay gente a la que le lleva un año sanar esa herida».

¿Cómo ayudar a que los niños sobrelleven la pérdida?

«Los más pequeños no entienden el concepto de muerte», apunta Barker, «y muchos pueden sentirse culpables porque piensan que no cuidaron lo suficiente a la mascota». En casos con niños, los expertos recomiendan evitar los eufemismos. «Si les dices que el perro ha muerto mientras dormía a lo mejor pueden tener miedos a la hora de acostarse», añade Barker. La especialista estadounidense anima a que las familias involucren a los pequeños en los homenajes a la mascota, puesto que «los niños son muy buenos haciendo ceremonias y dibujos».

La veterinaria Mercedes González señala que la actitud hacia los niños debe ser la misma que con la pérdida de un familiar cercano.

«Hay que explicarles lo que ha pasado, y a veces no se hace de la misma manera porque no se le da importancia», explica. «Los padres a lo mejor no le tenían mucho aprecio al hámster, por ejemplo, pero hay que tener en cuenta que el niño ha podido desarrollar un vínculo más fuerte con el animal y puede ser más doloroso para él». Ante todo, paciencia.

CC

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