Hugo Chávez es hoy una referencia filosófica, ética, espiritual, cultural y política del pueblo venezolano. No es una concepción adjetiva ni subjetiva. Cuando se plantea un análisis político de la historia reciente del país suramericano, lo hacen desde el antes y el después de su llegada al poder el 2 de febrero de 1998.
Sin embargo, la relación entre Chávez y Venezuela se inicia tal día como hoy, pero hace 25 años. Los invitamos a hacer un recorrido por esta fecha histórica que cambió -para siempre- la historia política de Venezuela.
Antes de Chávez
En 1989, la aplicación de ajustes neoliberales implicó la masacre de cientos (tal vez miles, no se conoce la cifra exacta) de venezolanos por parte del gobierno de Carlos Andrés Pérez. El neoliberalismo se impuso a base de muerte y represión, tejiendo con un hilo de sangre la peor violación de derechos humanos de la historia del país.
En los hechos, conocidos como el Caracazo, Hugo Chávez que era parte del ejército nacional, no participó. Estaba de reposo, afectado por varicela. Sin embargo, en medio de la confusión, y por «fuego amigo» fue asesinado el líder del Movimiento Revolucionario y Bolivariano, Luis Felipe Acosta Carlez: estos jóvenes soldados, de distintos grados, estudiaban en la clandestinidad las condiciones políticas, sociales y económicas de Venezuela.
La pérdida de Acosta Cárlez y la masacre cometida por el gobierno de acción democrática, lejos de disuadirlos, convirtió en urgente el levantamiento cívico militar para la defensa de los derechos fundamentales en Venezuela. El grupo de oficiales se reunió con el brazalete insignia del Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 y se preparó para la Rebelión. No fue una decisión ligera: sabían que las probabilidades de fracasar eran superiores a las del triunfo porque los recursos eran limitados. Sin embargo, el clamor de la Patria se impuso.
Desde el Museo Militar (hoy Cuartel de la Montaña, donde reposan los restos mortales de Hugo Chávez) el Comandante cercó el Palacio Miraflores. La misión fue asignada a Ronald Blanco La Cruz y Antonio Rojas Suárez. Pero estando a escasos metros de concretar los fines, la Operación Zamora sufrió percances atribuidas a delaciones de traidores.
A las 11 horas y 50 minutos de la mañana del 4 de febrero, el Comandante Chávez, ya en cautiverio tras la derrota, consigue dirigirse al país a través de la televisión y fue entonces cuando pronunció el breve pero histórico discurso del “por ahora”.
El Teniente Coronel conmovió al país y devolvió la esperanza a millones de venezolanos. Se convirtió en símbolo de la lucha popular. Se convirtió en «Chávez».
Después de Chávez
En aquella democracia que añoran las élites oligárquicas de Venezuela, el senador David Morales Bello (AD), desde el Congreso Nacional clamó: “¡Muerte a los golpistas!”. Un viejo y veterano político copeyano entendió que la polarización conduciría a un atornillamiento de los adecos en el poder. Con astucia, Caldera ofreció un discurso en el que alertaba que el golpe de Estado había sido un síntoma de la descomposición del país. Así fue cabalgando hacia su segunda presidencia con la promesa electoral de liberar a los militares presos por la Rebelión del 4 de febrero.
El 26 de marzo de 1994, Hugo Chávez sale de la Cárcel de Yare, recinto penitenciario donde estuvo privado de libertad por casi dos años. «El Movimiento Bolivariano Revolucionario 200, va a la calle, a la carga, a tomar el poder político en Venezuela» dijo Chávez y, como siempre… Cumplió.
Chávez logró, en primera instancia, sacar a un pueblo de la tragedia de la desnacionalización, primero en la conciencia, luego en la conformación de un Estado soberano, autónomo e independiente. Fue a lo radical, sembró y cultivó en la conciencia nacional el árbol ideológico de las tres raíces (el pensamiento de Simón Bolívar, Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora): un árbol que Chávez llevó tan profundo a su propio ser, que terminó convirtiéndolo a él mismo en savia, en esencia independentista, en cruzada libertaria.
LC