La Iglesia Católica y Romana posee un protocolo milenario para afrontar la pérdida de un pontífice. Ante la reciente noticia del fallecimiento del Papa Francisco, millones de fieles se preguntan cuál es el camino oficial desde la muerte de un papa hasta el anuncio de su sucesor con la emblemática frase «Habemus Papam».
La verificación oficial de la muerte papal
Cuando un papa muere, el Camerlengo de la Santa Iglesia Romana asume la responsabilidad de confirmar oficialmente el fallecimiento. Esta figura, generalmente un cardenal, acude al lecho del pontífice, llama su nombre en tres ocasiones y constata la ausencia de respuesta. Luego certifica la muerte ante testigos y sella los aposentos del papa fallecido.
El anuncio público desde el Vaticano
La Sala de Prensa del Vaticano difunde un comunicado oficial con el deceso. Suelen activarse las campanas de la Basílica de San Pedro y el mundo recibe la noticia a través de agencias internacionales. En el caso del Papa Francisco, esta confirmación ha conmocionado a millones de fieles católicos en los cinco continentes.
La etapa de sede vacante
Tras la muerte del papa, se inicia el período conocido como «sede vacante», es decir, el trono de San Pedro permanece vacío. Durante esta fase, la Iglesia detiene decisiones mayores, no se promulgan documentos pontificios y la Curia romana queda limitada en funciones.
El Camerlengo, además de velar por los bienes y la administración temporal del Vaticano, dirige la preparación del funeral y organiza la logística para el próximo cónclave.
El funeral y el luto oficial
El papa debe ser enterrado entre el cuarto y el sexto día después de su fallecimiento. Durante ese lapso, el cuerpo se expone en la Basílica de San Pedro para que los fieles rindan homenaje. El luto oficial dura nueve días y se conoce como «novemdiales».
En el caso de Francisco, al ser el primer papa latinoamericano, se espera una participación histórica de autoridades y pueblos de toda América Latina en su despedida.
La convocatoria al cónclave
Después del funeral, el decano del Colegio Cardenalicio convoca a los cardenales menores de 80 años para elegir al nuevo papa. Estos purpurados se reúnen en el Vaticano, y bajo estricta clausura en la Capilla Sixtina, inician el cónclave, cuya etimología latina significa “con llave”.
El inicio de la elección
Durante el cónclave, los cardenales votan hasta cuatro veces por día, buscando lograr una mayoría calificada de dos tercios. Las papeletas se queman tras cada votación. Si no hay resultado, el humo que sale por la chimenea de la Capilla Sixtina es negro. Si hay nuevo papa, el humo se vuelve blanco.
La elección del nuevo pontífice
Cuando un cardenal alcanza los votos necesarios, el decano le pregunta: «¿Aceptas tu elección canónica como Sumo Pontífice?» Si el elegido acepta, se le pregunta qué nombre desea tomar. Luego lo visten con las ropas papales previamente preparadas y es llevado a una sala contigua llamada «la sala de las lágrimas».
El anuncio de Habemus Papam
Finalmente, el cardenal protodiácono aparece en el balcón central de la Basílica de San Pedro y pronuncia las palabras:
«Annuntio vobis gaudium magnum: Habemus Papam.»
Después anuncia el nombre del nuevo líder espiritual de más de mil millones de católicos en el mundo.

Dato relevante:
El proceso de elección de un nuevo papa se ha mantenido, en lo esencial, desde el siglo XIII. El último cónclave se realizó en 2013 tras la renuncia de Benedicto XVI. Hoy, ante el fallecimiento de Francisco, se activa de nuevo ese ceremonial centenario.