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Crónicas maternales: El techo de cristal

Es propicia la fecha del Día de las Madres, que año tras año muchos discuten si es o no un día comercial. Valdría mejor la pena discutir acerca del rol de las mujeres, cómo el patriarcado ha definido incluso el rol de la maternidad y cómo se conjuga esta labor con los retos de la mujer contemporánea, dueña del espacio público, ejecutiva, política, empoderada.

En Venezuela, el protagonismo de la mujer ha crecido de manera contundente, en su mejor momento, la Asamblea Nacional venezolana, tuvo al menos una mujer en su directiva. Por primera vez el país tuvo un mujer como  ministra de la Defensa, de cinco directivos que tiene el Consejo Nacional Electoral, 4 son mujeres. Más del 55% de integrantes de los Consejos Comunales, instancia del poder popular, son mujeres, altos puestos ejecutivos, luchas colectivas por alcanzar.

Pero ¿cómo se conjuga esto con la maternidad y las tareas cotidianas?

Licia Ronzulli, diputada al Parlamento Europeo, durante una sesión, con su bebé en brazos.

Millones de mujeres en el mundo enfrentan  a diario la desigualdad en la atención y cuidado de los hijos y la familia. Aún falta mucho camino para comprender que se trata de un asunto de corresponsabilidad. Respecto al tema, la doctora Nancy Bello, médica psiquiatra, feminista y coordinadora de Mujeres por los Derechos, advierte que las mujeres accedimos al espacio público pero no dejamos nunca el trabajo en el espacio privado, por tanto, tenemos una doble jornada.

Según estudios de organizaciones feministas, en promedio, la mujer madre trabaja a diario 3 horas más que cualquier hombre. Bello explica que, estar pendientes de “qué cocino para mañana, qué compro, qué hago, la lonchera o vianda de comida, de los hijos, del marido, de lo que sea, de todas las personas que tenemos a nuestro cuidado, exige una energía psíquica, que no se le pone a las otras cosas porque la energía psíquica es una sola, entonces las mujeres terminamos siempre agotadas y por eso un hombre cuando trabaja, tiene los hijos, probablemente está pendiente de una que otra cosa, pero no tiene la carga mental. Por lo tanto su libido está enteramente dirigida a sus metas laborales y profesionales”.

En todo esto, está implícito un fenómeno denominado el Techo de Cristal, que representa las fronteras invisibles que limitan a la mujer a la hora de ingresar, competir o intentar ascender en el mercado laboral.

La especialista detalla que el techo de cristal, define la incompatibilidad trabajo – familia para las mujeres. No se trata de hacer ver a los hijos como un obstáculo, pues lo ideal, es que los cuidados sean compartidos,

“¿Por qué tendría que cargar uno de los miembros con la responsabilidad del cuidado de los hijos? No debe ser así, la maternidad – paternidad es un ejercicio de decisión y debe darse en condiciones donde ella no se vea afectada”, argumenta la psiquiatra.

De hecho, en Venezuela al menos, en muchas entrevistas de trabajo, a las mujeres se sigue preguntando si tiene hijos o si planea tenerlos, eso parece ser un elemento determinante a la hora de obtener un puesto de trabajo. A los cuestionarios de los hombres, no se le incluye esta interrogante.

No obstante en el país suramericano, se han dado pasos firmes, aunque siempre son más los que faltan. Merece ser destacado el permiso que otorga la Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y Trabajadoras, «el padre tendrá derecho a disfrutar de catorce días continuos de permiso remunerado por paternidad» al nacer su hijo, para ejercer la corresponsabilidad en un hecho tan trascendental.

Sin embargo, es un tema que requiere un cambio cultural, más allá de las leyes, para comprender en su justa dimensión el tema de la igualdad, no solo de derechos, sino también de deberes.

JS

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