China está construyendo un sistema de lluvia artificial de tres veces el tamaño de España. El objetivo es aprovechar las características de la meseta tibetana para provocar lluvias que sofoquen las sequías, de las que depende el futuro del país.
Esta región es muy importante para el abastecimiento de agua a diferentes zonas del continente asiático, ya que los glaciares y depósitos de la aérea tibetana proveen de su caudal a la mayor parte de los principales ríos de China, La India y otros países asiáticos.
Hasta el momento han sido instaladas más de 500 cámaras de combustión en el Tíbet, así como en la región autónoma de Xinjiang y otras áreas.
Tradicionalmente, en China se utilizan aviones que arrojan compuestos químicos a las nubes para ‘sembrar la lluvia’. Este método también se usa para filtrar el aire en el país asiático, que padece una intensa contaminación atmosférica.
China ha intentado controlar el clima en diferentes ocasiones, como en los Juegos Olímpicos, cuando lanzaron al cielo de Pekín cohetes cargados con yoduro de plata para evitar la lluvia durante la ceremonia de apertura. Los planes del Gobierno chino para controlar el clima son ambiciosos y planean lanzar al mercado todos sus planes en el año 2020.
MT