César Rengifo nació un 15 de mayo de 1915 en la ciudad de Caracas, donde estudió desde joven en la Academia de Artes. En 1936 viajó a Chile para estudiar técnica y enseñanza de las artes plásticas y artes aplicadas, luego en 1937 cursó estudios en la Academia de San Carlos y Escuela La Esmeralda (México).
Es uno de los artistas más integrales de nuestro país, debido a lo prolífico que fue en las distintas expresiones de las formas y el pensamiento: fue artista plástico, dramaturgo, poeta, periodista y promotor cultural. Desde sus distintas facetas como artista supo recoger el drama de su época y estar en consonancia con el sentir de su pueblo.
La obra de César Rengifo está dividida en etapas muy marcadas, nacidas de la historia de nuestro continente; una de ellas es el ciclo de la conquista, y con ella la lucha de los indios Caribe en contra de los españoles. Dentro de esta etapa figura El mito de Amalivaca, una de sus obras más importantes como muralista, que hoy podemos apreciar en el Centro Simón Bolívar de Caracas. En él se cuenta el origen de la creación de los pueblos caribes que habitaban las riberas del río Orinoco: Amalivaca y Vochi, su hermano, encauzaron sus aguas que se hallaban desbordadas y enseñaron a los primeros tamanacos el arte de la caza, la pesca y la alfarería.
El tema de los esclavos negros y de su gesta en la historia republicana fue otro de sus motivos tanto en la plástica como en la dramaturgia. Asimismo retrató el contraste social generado por el “boom petrolero”, cuando Venezuela entra en una muy marcada desigualdad entre el país petrolero e industrializado, con sus fábricas y autopistas, y por otro lado, el éxodo de los campesinos empobrecidos a las ciudades y la consecuente formación de cordones de miseria en torno al “progreso”.
Y es precisamente éste, uno de los aspectos más interesantes en la obra de Rengifo, su conexión intrínseca con los de abajo, con el pueblo pobre, aquel que padecía todas las miserias del capitalismo que se apoderaba de las naciones latinoamericanas.
Este sentimiento se ve plenamente marcado en toda su obra periodística y ensayística, en la cual profundiza sobre la cuestión agraria y nuestro proceso cultural; al respecto Rengifo afirma: “Toda cultura es consecuencia del esfuerzo creador del hombre en compenetración orgánica, permanente, con un medio geográfico y social determinado; es la vinculación material y sentimental con la tierra y con todo cuanto en ella se vaya creando mediante el trabajo, el sentimiento y el pensamiento. Esa fusión creadora entre hombre y geografía va determinando una sucesión de productos materiales y morales que constituyen los valores de la cultura, los cuales, a su vez, van influyendo en la transformación del hombre y del medio, hacia el perfeccionamiento del uno y el dominio y mejor productividad del otro”.
Para Rengifo la compenetración hombre-naturaleza pierde su equilibrio con la explotación petrolera y el posicionamiento de las transnacionales en nuestro país. Al respecto alertaba que: “Muchos, durante los últimos años, y a medida que la penetración imperialista avanza en nuestro país, luego de haber terminado la estrangulación de nuestra economía agrícola y limitarla a lo que nos proporcione el petróleo en manos de los trusts, limitan el mal solo al plano económico, sin advertir toda la desintegración que en el plano moral y cultural está provocando. Junto al latifundio, la explotación exhaustiva de nuestro petróleo por parte de compañías interesadas únicamente en sus dividendos, ha ido provocando el alejamiento del campo de grandes núcleos de población o de los restos de ellos”.
El petróleo que pudiera ser una fuente de riquezas para la nación se convierte en una maldición, en el “excremento del diablo”, como lo llamaban nuestros indígenas. En su poema “Gaita para las Torres y el Viento”, Rengifo ilustra esta imagen:
Toditos están contentos,
pues petróleo nos llegó.
Pronto dirán los lamentos
que el demonio lo cagó.
V
Mierda del diablo sííí…
Es el petróleo y malhaya,
no deje cuando se vaya…
Solo mierda por aquí…
Rengifo constituye para los venezolanos lo que Gramsci definió como el “intelectual orgánico”, es decir, el pensador y artista, que lejos de aislarse en una torre de marfil, bajo la falsa consigna del arte por el arte, se adentra en las entrañas de su pueblo para denunciar, advertir y padecer su dolor.
La obra de César Rengifo fue solapada durante su vida, y después de su muerte siguió siendo condenado al silencio. Fue en los últimos años cuando el presidente Hugo Chávez comienza a difundir su pensamiento revolucionario. En el año 2015 el presidente Nicolás Maduro, declara el “Año de César Rengifo” y en el año 2016 sus restos son trasladados, junto a los de Armando Reverón, al Panteón Nacional, haciendo así honor a esta inmensa figura del arte y el pensamiento venezolano.
CD