Durante más de 50 años la residencia presidencial La Casona, en pleno corazón de Santa Cecilia, hacia el Este de Caracas, ocultó celosamente los gustos mantuanos de las élites que gobernaron al país.
Fue, desde 1964, cuando el presidente Raúl Leoni concretó la compra de la casa de residencia de la sucesión Brandt, la fortaleza íntima de las familias presidenciales que la habitaron hasta el comandante Chávez, quien la ocupó ocasionalmente incluso los días previos a su último viaje de salud a Cuba, antes de partir definitivamente hacia la eternidad.
Por ella desfilaron como invitados eventuales mandatarios del orbe, papas, reyes, ministros, gobernadores, parientes y amigos poderosos.
Como el mismísimo Juan Pablo II, cuya rúbrica cierra la lista de los firmantes históricos del libro de visitas que meticulosamente custodiaba la primera dama. O el premio Nobel de literatura Gabriel García Márquez, quien seguramente pudo fantasear desde sus patios con fuentes de aguas perpetuas, los mundos imposibles que dieron vuelo a su imaginación real maravillosa, de cara al Waraira Repano.

El espíritu de Aquiles
El presidente Nicolás Maduro no la habitó, quedando en un limbo que la imaginación política de la oposición aprovechó para especular las más vanas disquisiciones: que si los Chávez se habían robado su imponente colección pictórica; que si estaba en ruinas, completamente abandonada y proscrita; que si se habían comido a las guacamayas y los morrocoyes en rituales satánicos, etc. Toda una galería de absurdos.
Aquiles Nazoa, el espíritu burlón que la habita desde diciembre pasado, cuando el Ministerio de la Cultura la asumió para entregarla al pueblo como un homenaje permanente al poeta de El Guarataro en su centenario, parece reírse a carcajadas.
Él mismo, con sus poses de bromista empedernido, nos abre las puertas de jueves a domingo para que el pueblo -sin distingo-observe los caprichos mantuanos que alberga entre sus habitaciones, aproveche para disfrutar de una variada agenda cultural de fin de semana, y se distraiga con un nuevo espacio de cultura y ocio en la ciudad.

El lujo de gobernar
Sus vestigios de poder y lujo ostentoso son impresionantes: tiene una de las colecciones pictóricas más notable del país, con obras de Manuel Cabré, Alfredo López Méndez, Emilio Boggio, Héctor Poleo, Antonio Herrera Toro, el Diana Cazadora de Arturo Michelena, Los Causahabientes de Tito Salas, el retrato de Simón Bolívar pintado por Juan Lovera, considerado el más fiel a la imagen del Libertador, muchos Reverón.
Lámparas de araña del siglo XVII, mesas de nogal de la época de Napoleón III, alfombras procedentes de la Real Fábrica de Tapices de España y de Lavonnerie, Francia.

Muebles Luis XIV con acabados en oro y bronce, piezas de madera de estilo Isabelino, mobiliarios Boulle y provenzal, porcelana francesa, cristal de Bohemia, relojes de Pons y Paulin, jarrones de Capodimonte, vajillas con oro y porcelana, cristalería de Baccarat tallada, cubiertos de plata inglesa, mármol italiano, una vasta colección de libros empastados de los Premio Nobel de Literatura, etc.

Son cuatro hectáreas de estructura residencial y zonas verdes custodiadas por la Guardia de Honor, la Policía Nacional Bolivariana y la seguridad ministerial, con su despacho presidencial, salón mayor de audiencia, de consejos de ministros, de edecanes, comedor y capilla, a la disposición del pueblo en visitas guiadas de casi una hora de duración.

Tiene una fuente de los deseos, pérgola, araguaneyes, trinitarias, moriches, bambúes y un inmenso indio desnudo de 200 años enclavado en el medio de un patio central, al que le guiñe con sorna el rostro sonriente de Aquiles Nazoa desde sus impolutas paredes blancas que van regando poemas, cantos y pensamientos, coronados todos por su hermoso Credo: “creo en la amistad como el invento más bello del hombre, creo en los poderes creadores del pueblo, creo en la poesía y en fin, creo en mí mismo, puesto que sé que alguien me ama”.
Los poderes del pueblo
Ahora, la gente (un promedio de 200 personas al día) la transita en orden marcial de la mano de las guías que hacen un recorrido explicativo al interior de la vivienda, mientras en las afueras se entretienen los niños y niñas con cuenta cuentos.

La programación, según explica su coordinadora general, Rosario Soto, se amplía a fin de proyectar el espíritu de Aquiles Nazoa, homenajearlo y mantener su legado vivo a través del canto, la poesía, los juegos y la cultura popular.
Por eso se mantienen abiertas muestras didácticas de tradiciones como los Diablos Danzantes de Yare, Palmeros de Chacao, Parranda de San Pedro y Burriquitas de Petare.
Se articulan con la alcaldía de Libertador, el municipio Sucre y la gobernación del estado Miranda, y además, con las juntas de condominio y consejos comunales de las comunidades vecinas de Campo Claro, La Carlota, Santa Cecilia y Agua de Maíz.

Igual desarrollan actividades de bienestar y salud pasivas como yoga y taichí, viernes y domingo, y acaban de arrancar con un taller de baile de joropo llanero todos los jueves en la tarde, además de talleres de pintura para niños y jóvenes, conciertos, y un ciclo de conversatorios denominado Encuentros con Aquiles, jornadas de diálogo permanente colmadas del ánimo vibrante y cultural de la ciudad.
Marlon Zambrano/VTactual.com