Toda guerra entre hombres es una guerra entre hermanos;
la única distinción que puede hacerse es la de la guerra justa y la guerra injusta.
Víctor Hugo
El 2 de junio de 1816 Simón Bolívar decretó la libertad absoluta de los esclavos del Ejército Patriota. Había perdido la segunda República luego de una cruenta guerra y se refugió en el Haití de Alexandre Petión, donde confirmó lo aprendido en los años recientes: la verdadera independencia es de carácter social, sin la igualdad de los hombres es imposible lograr la soberanía de la Patria.
La pérdida de la segunda República fue quizá el acontecimiento que más enseñanzas dejara en el Libertador Simón Bolívar. En 1814 ocurre en Venezuela una verdadera rebelión, no de blancos criollos contra españoles colonos, sino de negros esclavos y cimarrones, pardos, zambos e indios: los nadie, los hasta entonces olvidados por todo precepto independentista y realista. José Tomás Boves lidera la rebelión, congrega un ejército popular que se sostiene en la rabia contra el dominador esclavista y en la necesidad de igualdad social de las mayorías pobres, segregadas principalmente por el color de su piel.
Aún hoy la rebelión de Boves significa un fenómeno contradictorio que pocos historiadores han sabido dilucidar. Juan Uslar Pietri en su libro Historia de la Rebelión Popular de 1814 logra demostrar que Boves no era un simple caudillo realista que defendiera la causa del rey de España, por el contrario, muestra cómo logró encausar una masa desperdigada de pueblo pobre en reclamo de reivindicaciones básicas: tierras, comida, libertad. Pietri afirma que la rebelión popular de Boves fue un complejo fenómeno democrático en tanto apostó a la nivelación social de los diferentes sectores divididos por la segregación racial.
En su libro La guerra social, Juan Bosch expone el cambio estructural que tuvo lugar en el pensamiento bolivariano luego de la guerra sin cuartel que enfrentara el ejercito patriótico contra el ejército de lanceros de Boves. Bolívar entendió a sangre y fuego que sin pueblo no hay Patria. Y el pueblo era en esencia esa masa encauzada por la rabia libertaria del “taita”, como lo llamaran sus seguidores.
José Tomás Boves, de origen asturiano, un “blanco de orilla”, despreciado por españoles y criollos mantuanos, se dedicaba a atender una pulpería en Calabozo, estado Guárico. Compartía como un igual con el resto de la gente del pueblo; cuenta su lugarteniente Francisco Tomás Morales que de esta forma supo ganarse el afecto y la confianza del que luego fuera su ejército: “…comía con ellos, dormía entre ellos, y con ellos era toda su diversión y entretenimiento, sabiendo que sólo así podía tenerlos a su devoción y contar con sus brazos para los combates”. Estos hombres, luego de la muerte de Boves en Urica, seguirán al ejército de Páez, otro “taita” de origen popular.
El grito de Boves antecede al grito de Ezequiel Zamora: “tierra y hombres libres”; inaugura un ciclo de luchas por la libertad entre iguales, la sociedad sin segregación por raza o estrato social. A Boves se lo ha estigmatizado por los modos sanguinarios de su ejército, sin asumir que toda guerra es sanguinaria, y que si a ver vamos, el ejército patriota hizo lo propio.
El peso histórico de Boves se asienta en el cambio cultural que logró en Bolívar, y que luego el Libertador supiera encauzar en los más altos ideales de igualdad y soberanía. Bolívar comprende la importancia histórica de la igualdad como esencia de la justicia social, asume que no se trata de configurar repúblicas con nuevas castas en nombre de la Independencia, sino de construir una Patria junto con el pueblo libre.
CMD